12.6.07

Un mundo feliz


“La civilización no tiene en absoluto necesidad de nobleza ni de heroísmo. Ambas cosas son síntoma de ineficacia política”, le dice el inspector Mustafá Mond a John el Salvaje en Un mundo feliz, la clásica novela de Aldous Huxley que enuncia el horror del progreso, de las sociedades controladas y de la ciencia al servicio del poder.
Mond pertenece a la elite que conoce los alcances de la razón pero se entrega a los instrumentos políticos para evitar ejercerla, a fin de vivir en constante “felicidad” a costa del individuo y de su autodeterminación. Quien se subleva al orden establecido debe ser desterrado.
En la novela, el mundo vive la era fordiana. Ford es una entidad sustituta de Dios, en una sociedad iconoclasta y cuya escala de valores empieza por el cumplimiento de la norma y el trabajo dirigido. Todo es orden: los nacimientos son controlados por máquinas y mediante un complejo sistema de clonación e incubación, de selección artificial y jerarquías; se han abolido el matrimonio y las emociones; las dudas y penas son abatidas por tabletas de soma, cine virtual y Sesiones de Solidaridad.
Es John el Salvaje quien altera este mundo. Bernard Marx y Lenina Crown lo extraen de una reserva en Nuevo México y lo llevan a la civilización, en Londres. John pertenece al pasado, es marginado y sensible, conoce parlamentos completos de Shakespeare y se enamora de Lenina Crown. Nada más inconveniente para el entorno que ahora habita.
En uno de los más intensos episodios de la literatura, Lenina y John se desencuentran. Ella no está programada para el enamoramiento y él porta un dócil enjambre de sentimientos. Lo que debería ser una escena amorosa (o erótica, según la condición de Lenina) termina violentamente y despoja a John de toda esperanza por asociarse al mundo: el principio de la caída se desata en la búsqueda del amor.
Un mundo feliz pertenece a las novelas de ciencia ficción que en el siglo veinte señalaron la desazón de un futuro mecanizado, como 1984, de George Orwell, Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, o Nosotros, de Zamiatin.
Mario Vargas Llosa escribió: “Los fordianos son sin duda felices, pero solo en la medida en que puede serlo un autómata”. La civilización pretende la sujeción del individuo, lo automatiza, pues. El poder lo somete a una información “adecuada” y al consumo. Nos enreda en los canales televisivos de estrellas mediocres y en los deseos de posesión dictados por el mercado, además de excluir a quienes se abstienen de ello y señalar a quien le sea peligroso. No estamos lejos del inspector Mustafa Mond. Existe el horror de la ficción alrededor y le llamamos felicidad. Que nadie se manifieste. No hay espacio para los salvajes, los que aún creen en la conciencia, en la libertad o en alguna línea de Shakespeare.

8 comentarios:

  1. Anónimo14.6.07

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  2. Qué coincidencia. Acabamos de entregar un ensayo sobre dicho libro, en la materia de teorías clásicas de la personalidad. La mayor parte del grupo no lo conocía. Desde la prepa yo lo re-leo con fascinación.
    Me quedé pasmado cuando los compa-ñeros, en su mayoría, "no les gustó". Les pareció improbable una situación así (what?, pendejos!).
    Su argumento: "no sé porque nos hacen leer esos libros, que no tienen nada que ver con la carrera, nomás porque la maestra dice que está chido"
    Eso dice todo, si los tomamos como posibles ejemplos de "hombres unidimensionales" en el sentido de Marcuse.
    Chale!, lo sigo diciendo: la educación no debería otorgarse para todos; el éxito económico si, así las universidades estaría ocupadas por gente interesante y no por pragmatistas.
    ¡McMéxico, mágico, McMusical!
    Salud...os!

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  3. Ah!
    Sería genial una versión a Fahrenheit 451, donde se quemaran todos los libros, pero de superación personal y todas esas mamadas sobre el ser excelente, el éxito y la productividad. Ahí si, donde halla fuego, nosotros llevamos la gasolina.

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  4. Hay gente que piensa que los libros tienen que "enseñar", de lo contrario son inservibles. Los libros no "enseñan", sólo muestran. Y lo peor es que no saben reconocerse en un libro, ni decir "soy una lenina y qué" porque les faltan neuronas. Eso creo, por eso no soy excelente, exitoso, productivo, ni nada.

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  5. Anónimo20.6.07

    Gracias por invitarme a conocer tu blog. Al leer la entrada sobre "Un mundo feliz", me acorde de mis tiempos de estudiante cuando lo lei completito, sin saltarme nada... pero he de confesar que hace tanto tiempo de eso que me has invitado a buscarlo y leerlo nuevamente porque realmente recuerdo pocos detalles de la historia. Estaré por aquí tanto como pueda y nuevamente, gracias por invitarme a conocer tu blog.
    Saludos de Maye!!

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  6. Hey, ¿eres tú quien tomó la foto de la parroquia de la Asunción? Es excelente, pero yo solo la tomé prestada, ja, ja.

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  7. Cosa chistosa, tengo ese libro desde ya hace un buen y no lo he leido, lo voy a leer para poder dar mi opinion.

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  8. Anónimo20.6.07

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