7.8.10

Juegos florales de Lagos 2010



El periodista bieloruso Ryszard Kapuscinski, escribió lo siguiente sobre la relación entre el poder y el individuo de nuestro tiempo:

La gente teme ser absorbida, despojada, que se le homogenice el paso, la cara, la mirada y el habla; que se le enseñe a pensar u reaccionar de una misma manera, que se le obligue a derramar la sangre por causas ajenas y, finalmente, que se le destruya. De ahí su inconformismo y rebeldía, su lucha por la propia existencia y, en consecuencia, por su lengua.

El despojo a que se refiere Kapuscinski, tiene en la literatura uno de las resistencias permanentes y ha dado a nuestra historia universal personajes y obras profundas que sostienen la supervivencia del individuo sobre los intereses del poder sólo con una herramienta: su palabra.
Paradójicamente, el buen escritor está inconforme con su propia lengua, de ahí su constante batalla por embellecerla o dotarla de nuevos paradigmas, sabe que las lenguas vivas reverdecen cada día y se insertan en campos semánticos novedosos como la tecnología, la juventud, las causas sociales y la conectividad entre naciones.
En este contexto, es elogiable la participación de escritores libres en certámenes que tienen en la palabra la sustancia fundamental, como en este caso. También lo es el interés del Comité Organizador por renovar el modelo de Juegos Florales en un mundo que exige la ruptura de protocolos añejos, insostenibles por sí mismos, y en el que la lectura compite día a día con modelos de comunicación audiovisuales y con el hipertexto, ese hermano menor del texto impreso, pero que parece ser de más interés sobre todo en los jóvenes.
Como parte del jurado calificador, en el cual me acompañaron los escritores Laura Solórzano y Juan Pablo Torres, estoy satisfecho por la calidad de los trabajos recibidos, ya que algunos de estos son dignos de difundirse o ya deben ser publicados. Si decidimos no otorgar menciones honoríficas fue por mantener el anonimato de los no ganadores y porque tienen posibilidad de participar en otros certámenes.
Las múltiples voces que llegaron a Lagos manifiestan la permanencia de la palabra en el quehacer del mexicano, del ámbito rural al urbano, del discurso callejero a elaboradas figuras de lenguaje y de la preocupación estética a posiciones sociales y políticas.
Los trabajos ganadores tienen su particularidad. José Francisco Márquez Alonso, con su poemario titulado Objetos vivos, eleva al campo de lo estético esos objetos elementales en los que se construye el día común: el trapeador, el estropajo o la mesa, en un espacio poético sensible y lúdico.
Por su parte, Juan Casas Ávila participó con un conjunto de cuentos en los que el humor ácido, el uso de la estructura circular y la tragedia humana se entrecruzan en una narrativa de aires posmodernos
En resumen, los escritores ganadores de este certamen pertenecen al tipo de individuos que Kapuscinski describe, los rebeldes que no dejan de ser amorosos con la palabra.