6.8.07

Diccionario de la obra de Juan Rulfo


Juan Rulfo, el más universal de los escritores mexicanos, el breve, el preciso, ha sido estudiado por infinidad de especialistas y desde distintos perfiles y causas. Año con año se suman trabajos que lo siguen revelando y lectores que lo vuelven imprescriptible para las letras en lengua castellana.
Como el pozole y el tequila, la obra de Rulfo conmemora al pueblo de Jalisco y alcanza a salpicar como aguamiel. Lo conmemora con la palabra, con el lenguaje vivo y viril de rancherías y poblados, de cañadas y mesas, de la capital y del más desolado escondrijo. Es la voz fecunda de nosotros, los jaliscienses, hombres y mujeres de a pie, igualados en el modo de decirnos las “cosas”.
El próximo año, Rulfo se pondrá en ojos de todos, mexicanos y no, lectores y no, con la filmación de una nueva versión de Pedro Paramo, bajo la dirección de Mateo Gil, cineasta español que ha escrito varios guiones para el genio de Alejandro Amenábar. Será en territorio laguense donde se ruede esta cinta y es en este mismo donde nació Sergio López Mena, uno de esos amorosos especialistas del hijo de San Gabriel. López Mena ha escrito el Diccionario de la Obra de Juan Rulfo, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México y presentado recientemente en el Palacio de Minería.
Este es no sólo un libro de consulta, sino un vertedero de voces, de esas que siempre escuchamos y no reparamos en desmenuzar por la mera inercia de lo cotidiano. Para el jalisciense, el diccionario se comporta como un preciso antropólogo, un espejo divertido; para los mexicanos, se acomodará en la órbita de trabajos que estiman y prorrogan el lenguaje popular; pero, sobre todo, será recibido con gratitud por aquellos lectores extranjeros para quienes “orita” y “pácatelas” resultan palabras extrañas o de difícil consulta en los diccionarios convencionales.
Sergio López Mena no improvisa en el tema ni lanza dardos romos. Ha dedicado los recientes años a la obra de Rulfo, tanto en la investigación como en la docencia. Publicó Los caminos de la creación de Juan Rulfo, en 1994, Revisión crítica de la obra de Juan Rulfo, en 1998, Perfil de Juan Rulfo, en 2001, así como el estudio crítico en la edición internacional de Toda la obra/Juan Rulfo.
Este diccionario es el engrane que hacía falta para conocer al local curioso que Rulfo llevaba dentro y para facilitar su estudio. El entendimiento del lenguaje jalisciense, sus modos y las referencias geográficas de Rulfo son atendidas por López Mena con minuciosidad, reparando no solo en palabras, sino en expresiones enteras, trabajando como en quirófano durante varios años. Para cada uno de los términos hace referencia al libro donde estos se citan, -sea El llano en llamas, sea Pedro Páramo, sea El gallo de oro o los guiones cinematográficos.
Yo me he divertido (aunque habrá también lectores sumamente serios) con algunas sentencias y localismos, como “echarle tequesquite a los elotes de uno”, “largar camino”, “eso que ni qué”, “parar la jeta” o “tronar la nuez”. Hay también vocablos como “trácala”, “Jorongo”, “derrengarse” o “chacarota”; lugares como El Pochote, Cuastecomate, Puerto de los Colimotes o Las ánimas y ejemplos asociados, como señalé anteriormente, a las obras y a sus personajes.
Debo despedirme, citando una queja de Toribio Aldrete que aparece en la página 119: “me lleva la rejodida con ese hijo de la rechintola de su patrón“. No invito al lector para que se acerque a este diccionario, prefiero hacerlo al estilo Jalisco, es decir, sonsacarlo al tal por cual, encampanarlo. ¿O qué jaiz?

Juegos Florales Lagos

Ayer por la mañana recibí un correo electrónico. Además del saludo y de un breve mensaje contenía, en archivo adjunto, un poema. Hace quince años no hubiera imaginado leer poemas en la red. Entonces recurríamos a las revistas impresas y a los periódicos para enterarnos de lo que se cocinaba en el gourmet literario de otras latitudes. Hoy se establecen vínculos distintos, se disemina la literatura y puede ser consultada cualquier obra en cualesquier idioma. El Internet es la vía inmediata para difundir una idea, un sueño o un indefenso lamento.
Por ejemplo, la convocatoria de este certamen tuvo como palomas mensajeras a infinidad de cibernautas que la reenviaron de un sitio a otro. Es esta la noble faena de la tecnología y la verdadera globalización, no aquella que los poderes económicos intentan establecer desde un fondo monetario de desmedido fondo.
Grupos e individuos trabajan en defensa de la palabra. Hay páginas dedicadas a autores, archivos documentales, archivos de audio, videos, muestras colectivas, radio en vivo, videoconferencias, videoblogs y hasta modestos blogs o bitácoras. Igualmente podemos saber sobre un escritor danés de veinte años que recurrir a los clásicos o a las obras prohibidas. En esta urdimbre circulan, por supuesto, también dudosas calidades y otras en absoluto nefastas con las cuales hay qué tener cuidado.
Yolanda Castaño es una poeta de treinta años que vive en Galicia. En segundos podemos ir a su página web, leer su poesía en gallego o en castellano, contactarnos y charlar con ella. Lo que ahora haré es uno de los prodigios de la comunicación y de la palabra misma. En Galicia son las tres de la madrugada. Yolanda duerme, supongo. A nueve mil kilómetros, en un teatro donde ella nunca ha estado, alguien lee uno de sus poemas:

Dame un hogar y sanaré tus espaldas.
Tus labiales alabanzas las alabanzas únicas.
Así quiero que me cuentes cómo y cuánto me buscaste
y que así rememores todos los nombres de la ausencia,
de cuando éramos aún tan remotos cara a cara
y que queden sepultados bajo el cemento del olvido.
Y yo
hago una cueva para ti en el
vano de mi abrazo,
en la sima de mis brazos
en el régimen feudal del hueco de mi regazo.
La devoción enfermiza
que dormía en una caja pequeñita con un diagrama.
Y ahora la omnipresente resonancia de tu frente,
y la íntima estancia donde nadie es más que tú.
También tú en la viva esfera hiciste una ofrenda,
aquella sonora y álgida quietud de tu castillo.
Soy la Cristiana.
Hoy me decían que las cosas oscuras son cosas terribles.
Tacho las líneas, cierro los libros, tengo derecho a un ejército.
Deseo mecerlos, los nombres brutales que me dabas, mecerlos de nuevo.
Juntos dejamos caer nuestras diplomaturas con el mundo.

Cuándo callarán.
Mi nombre es Cristiana.

La palabra y la literatura deben fluir, despotricarse por el mundo, ya sea en los medios impresos, en los electrónicos y, por supuesto, en la voz misma, como acabamos de hacerlo con el texto de Yolanda Castaño. Solo hay qué señalar una cosa: ni el Internet ni otro medio podrán separarnos del amoroso libro y de su erótica bondad. El libro tiene alas y nosotros anhelamos el vuelo.
Hace unos meses, un grupo de jóvenes chilenos conmemoraron los setenta años del bombardeo alemán al pequeño poblado de Guernica, en España. Lanzaron desde un avión miles de poemas de paz que la gente recibió y leyó con emoción. Hoy estamos en este sitio por la palabra y a ella debemos tributo. Los trabajos de Claudia Barrera Gaxiola y de Carlos Augusto Tejeda han sido seleccionados como ganadores de estos juegos florales, así que yo debo callar para que este foro sea bombardeado de humanidad, como Guernica, de humanidad de Claudia y de Carlos Augusto, pues la palabra es el fundamento de lo humano. Les dejo este hermoso poema de Ernesto Cardenal, “Epitafio para Joaquín Pasos”, que popularizara hace tres décadas Joan Manuel Serrat:

Aquí pasaba a pie por estas calles, sin empleo ni puesto,
Y sin un peso.
Sólo poetas, putas y picados conocieron sus versos.
Nunca estuvo en el extranjero.
Estuvo preso.
Ahora está muerto.
No tiene ningún monumento.
Pero
Recordadle cuando tengáis puentes de concreto,
Grandes turbinas, tractores, plateados graneros,
Buenos gobiernos.
Porque él purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo
En el que un día se escribirán los tratados de comercio,
La Constitución, las cartas de amor, y los decretos.