9.12.06

Esos cielos


Esta mañana terminé de leer Esos cielos, de Bernardo Atxaga, con un grato sabor de boca. La historia trata de una mujer de treinta y siete años que ha salido de la cárcel en Barcelona y vuelve sola en autocar (autobús) a Bilbao, su ciudad natal, en la que perteneció a un grupo terrorista que la ha traicionado y que, a la vez, la reconoce como traidora y “chivata”.
En el viaje, Irene enfrenta dos persecuciones: la de su pasado, que transcurre paralelo al recorrido por la carretera, y la de dos agentes policiacos que la acosan para servir como informante.
La única certeza de la historia es el incierto futuro de Irene y el filo en el que pende la serenidad que busca. No sólo es un viaje literal, sino una metáfora del mismo, en la cual los libros (lleva la maleta llena de estos) y los cuatro años de cárcel son su mejor arma.

Este autor llegó a mis manos por primera vez con Poemas & híbridos (1993), un libro que me prestó Francisco Ramos hace unos años y del que tengo una evocadora impresión; incluso uno de los poemas (“Shola habla de cómo es el mundo”) sería incluido en el malogrado número siete de Tinta nueva. No sabía yo que escribía novela, hasta que me topé con Obabakoak en una librería. Según la crítica, Atxaga es mejor narrador que poeta; a mi me parece que en ambos géneros mantiene un equilibrio de calidad difícil de encontrar en un autor.

Bernardo Atxaga es uno de los más importantes autores en euskera. Nació en 1951 en la provincia de Guipúzcoa, con el nombre de Joseba Irazu Garmendia. Por su novela Obabakoak, que fue un éxito inmediato tras su primera edición, le fue concedido el Premio Nacional de Literatura en España (1988). Ha sido traducido a varios idiomas (él mismo lo hace al castellano) y tiene, entre otros títulos, Ziutateak (Las ciudades), Bi anai (Dos hermanos) y Shola y los jabalíes. Dice de la lectura: ''El momento crucial es cuando los ojos del lector se cruzan con lo que uno ha escrito, cuando uno va a la cama, coge un libro, lo abre y empieza a leer. Ese es el único momento fundamental en esto que llamamos literatura. Además es, curiosamente, un momento secreto, algo que no se da en los best-sellers.”

2.11.06

Dardos

Pintura: Rachel Daireaux

Sabes a verso de bruces en dorso desnudo,
a sal, a deseo de labio
abrasivo, visceverso
en deshielo.

Sabes, y Dios lo sabe, a veces a savia
sudario de sinamay donde he ardido a diario,
duerme en los dardos de mis dedos y dime
¿dónde anidan mordaza y sudor?

Sábeme y súbeme, aria mía,
embelesa el aire del sur
y si decides: desciende
enciende
en el umbral mi lumbre de malherido
/marea de dunas dromedarias

El silencio y la sombra sabrán de ambos
sedarán la sábana
no el meridiano /no el ámbar de la aurora

Somos dos asidos, así, de humedad y beso alado.
mordiendo el sereno en un ir venir
de aromas, de amor o de no sé qué.



19.10.06

Anuario de poesía mexicana 2005


Recientemente, el Fondo de Cultura Mexicana editó este anuario, con una colección de poemas publicados en revistas a lo largo del 2005. La selección corrió a cargo de David Huerta. Ahí pueden leer mi poema titulado "La noche". Está también en circulación el libro Primer Concurso estatal de cuento "Cincuentenario de Pedro Páramo", editado por la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco A.C., que incluye "Cálida muerte de Fray Alejandro de Arce".

14.10.06

Mathilda



Hoy recuperé de mi memorial cinematográfico esa despiadada cinta de Luc Besson llamada León: The professional (1994), que en México se distribuyó como El perfecto asesino, con las actuaciones impecables de Jean Reno, Gary Oldman, Natalie Portman y una maceta emblemática.

La vi por primera vez en un cine-club de Aguascalientes y cada que vuelvo a ella encuentro nuevas lecturas. Me conmueven la trama y el personaje de Mathilda, con el cual Portman se estrenó como actriz de cine y logró arrancarle el protagonismo a Reno, a pesar de que sus padres se resistían a que participara, pues el guión era terrible para una niña de su edad.

Hay mucho qué decir, pero mejor la veo. Besson me recuerda que la esperanza debe tener un violento despertar en la jungla que habitamos, un sacrificio y una brutal inocencia.

7.9.06

Juegos Florales Lagos 2006



















Francisco González León, por Helguera
Es un placer encontrarnos nuevamente para la celebración de la palabra, en este teatro que el próximo año llega a su primer centenario y que, por tradición, recibe cada festividad de agosto a quienes merecen la flor natural por su obra poética o narrativa.

Noam Chomski, ese gran pensador social, enemistado constante por el sistema socioeconómico de su país, escribió lo siguiente:

Es muy natural esperar que la preocupación por el lenguaje seguirá siendo central en el estudio de la naturaleza humana, como lo ha sido en el pasado. Todo el que se interese en el estudio de la naturaleza humana y de las capacidades del hombre, tiene que enfrentarse de algún modo con el hecho de que todos los seres humanos normales adquieren una lengua, mientras que la adquisición incluso de sus más elementales rudimentos está completamente fuera del alcance de un mono en otros respectos inteligente.

Este comentario de Chomski lo tomo como pretexto para establecer dos preocupaciones personales: la primera tiene que ver con repensar la dirección futura de la actividad literaria producida o impulsada (en este caso) desde una geografía en apariencia pequeña, como es el caso de Lagos o de cualquier ciudad interesada en los usos, costumbres y andamiajes de su lengua. Una actividad relativamente inservible y especialmente inútil para ese espectro de “comunicación” que nos sigue a cualquier lado, del sanitario a la escuela o de la casa al mercado. Me refiero a los medios masivos electrónicos y su aparato redentor, educador, catalizador y, paradójicamente, censor de manifestaciones o discursos distintos a los de su interés económico.

Esta patria pequeña de las letras y la labor hormiga de quienes promueven el ejercicio de la lecto-escritura, puede asirse a la función que los medios masivos le niegan al individuo en afán de masificar las ideologías o el conocimiento. Se aprehende la palabra en el corto territorio y bajo el quehacer de una editorial local, en un certamen como el de hoy, en la vuelta diaria al libro de buró, a la librería o a las recomendaciones de amigos, escritores, maestros y lectores comunes. Esta patria pequeña que edifica día a día su habla, amasija su entorno con la neutralidad de lo bienintencionado y permanece con la consigna escrita por voces cercanas y a la vez, distantes entre sí. ¿Quién no tiene en su repertorio idioconstructivo términos como hipérbole, memory stick, apalcuachar o wey (sí, con dobleú).

Es imprescindible, una vez apersonados en el siglo XXI, mantener la palabra desde estos aparentes rincones. Regionalizar y extender a la vez una red que nos permita estar al día en las turbulencias que mueven la lengua. Es grato, por ejemplo, encontrar hoy, en Lagos de Moreno, un autor del recóndito Mar de Cortés, a donde pocos llegan y de donde pocos vienen, como es el caso de Leonardo Varela. En este país no necesitamos grandes Centros Culturales o Megabibliotecas a las que llegará un porcentaje suavecito de lectores. No se requiere la infraestructura elefante, mientras el hombre de a pie, el individuo como causa, esté lejos de alcanzar un texto, ya no de Shakespeare o de Dostoievsky, sino de sus poetas locales. No es remediable una megabiblioteca si, lamentablemente, el mismo Presidente de la República se congratula por no tener un solo libro en el buró.


Por otro lado, preocupación fundamental de un certamen literario es la literatura misma, aún por encima de anhelos románticos. En el caso particular de Lagos, a veces nos incomoda que el premio no quede en casa, aún cuando la participación de escritores locales es, por tradición, muy amplia. Efectivamente: no se trata de otorgar concesiones, pues éstas son recompensa exclusiva para el que, a consideración del jurado, sea el mejor de los trabajos en el sentido estrictamente literario. Nada más. La calidad literaria es ajena a chauvinismos, indultos o gratuidades, y se aposta con quien mejor la ejerce.

Amamos la ciudad y estamos en su fundamento, como dice Alejandro Aura. Amamos su arquitectura, la mujer que cruza la calzada, los chocomiles de San Antonio o los viernes de antros en el Paseo de La Rivera. Amamos a sus escritores, aunque nunca los leemos, a sus charros y al tañir de la campana. Es ineludible no hacerlo, como es ineludible que en el certamen literario a quien debemos tributo es exclusivamente a la palabra, como naturaleza y fin de lo humano.

La palabra es mar o lumbre, narcótico y sedante. Hemos aprendido a humanizarnos en las letras, en la boca de Shakespeare o en los párpados que poco cerraba Rulfo; nos han construido El Quijote y La Iliada, somos la Sombra del caudillo, el Espejo humeante, los Recuerdos del porvenir

Mis preocupaciones pueden ser compartidas o no, al final es un asunto que habrá de discutirse en el desarrollo de la actividad literaria local. Son, a la vez, las mismas procupaciones con las que el Comité Organizador se conduce. Quiero, manifestar mi reconocimiento al Comité, el cual, durante estos tres años, ha vigorizado este certamen, compartiendo el anhelo de perfeccionar los Juegos Florales y llevando a la práctica la seriedad del caso. Hace un año, el compromiso de editar los trabajos ganadores se consumó en un libro que ahora circula y reblandece las distancias entre los ganadores y el lector. Este año, el Ayuntamiento de la ciudad y el Consejo Municipal para la Cultura y las Artes, se han sumado nuevamente a la publicación de la edición 2006. Las premiaciones volátiles quedaron atrás.

Esta noche no asistimos a la conclusión de un evento. Es el venero de un trabajo literario que se apadrina en la ciudad de Lagos de Moreno, que se alienta en los ojos de Lucía I y tiene el aval de un jurado certificado. Es el trabajo de Leonardo Varela y el impulso de los casi cien escritores que participaron y mantienen estos Juegos Florales como una tradición legítima de la palabra en esa tierra.

Finalmente, y porque tengo la manía de citar a otros constantemente, les dejo esta arte poética de Javier Eraud, que ratifica la intensa necesidad de vivir la palabra. Eraud era un poeta peruano. En 1963, a los veintiun años, fue asesinado :

El mar lavará mi espíritu en las arenas
lo lava todos los días en el recuerdo
lo ha lavado con palabras
el mar no es un placer sino una vida.

Texto pronunciado en la ceremonia de premiación, el 2 de agosto de 2006

29.8.06

A la violenta e injusta prosperidad




Francisco de Quevedo y Villegas








Ya llena de sí solo la litera
Matón, que apenas anteyer hacía
(flaco y magro malsín) sombra, y cabía,
sobrando sitio, en una ratonera.

Hoy, mal introducida con la esfera
su casa, al sol los pasos le desvía,
y es tropezón de estrellas; y algún día,
si fuera más capaz, pocilga fuera.

Cuando a todos pidió, le conocimos;
no nos conoce cuando a todos toma;
y hoy dejamos de ser lo que ayer dimos.

Sóbrale tanto cuanto falta a Roma;
y no nos puede ver, porque le vimos:
lo que fue esconde; lo que usurpa asoma.



23.8.06



Presentación en Casa Serrano de los libros Todo es Babel y Lámparas de Sueño. D.A., Jorge Souza, Hugo Plascencia y Leticia Cortés.

22.8.06

Lámparas de Sueño

Si me preguntan quién es Leticia Cortés, hay una respuesta definitiva: no lo sé. Estamos frente a una poeta que deja en velo sus circunstancias para que mejor podamos leerla con placer. Una poeta cuya palabra es el hilo de Ariadna en el laberinto inacabable de la poesía. Cuando uno tiene la costumbre de merodear los sitios y estancias donde habitan los poetas es muy probable llegar a toparse con alguno especial. A mí me ha sucedido con Leticia Cortés, a quien alguna vez leí en una antología, la encontré en la red, en el mundo de los blogs o en un boletín de la Secretaría de Cultura. Un poema de Leticia me llevó a otro, y ese a otro más, encadenando mi gusto por una autora cuyos textos son ese hilo que se sigue y no llega al cabo, ni espera llegar.
Ella pertenece a esta generación de poetas menores de treinta, como Antonio Marts, Bethsabé Ortega, Marco Antonio Gabriel, Beatriz Ortiz Wario, Hugo Plascencia o Fanny Enrigue, cuyas obras empiezan a cocinarse en Jalisco y se les ve en antologías, revistas e Internet. Lámparas de sueño, es una edición de autor que inaugura el trabajo individual de Leticia, quien tiene ya experiencia en obras colectivas y ediciones periódicas. Se compone de 23 poemas -tres de ellos prosa poética- sin divisiones capitulares, con una pintura de Carlos Larracilla en la portada.
Es Lámparas de sueño un recinto, el cascarón de una arquitectura que para unos puede llamarse mundo, para otros territorio o, para los menos, habitación. Para ser explícito, referiré aquel poema de Neruda sobre su “Sebastiana”, la casa que construyó en la costa de Valparaíso: “Ya no pensemos más: esta es la casa / ya todo lo que falta será azul”
El recinto de Lámparas de sueño es un mundo pasmoso, con tacto frágil donde todo parece recién inaugurado y recién inaugurado es el modo de percibirlo. Como la casa de Neruda, comienza a llenarse en la primera línea, aunque parezca que siempre ha estado pleno.
(Estoy revuelta
Petrificándome con el frío estoy)
Estamos inquietándonos
Porque embalsamamos la tierra
En nuestra áspera saliva.
Este recinto, a mi modo de ver, tiene tres residentes constantes y capitales para la estructura interior del poemario, los cuales cohabitan y se dejan manosear unos por otros.
El primer residente en Lámparas de sueño es la voz de un yo femenino (no feminista, por cierto) que participa del mundo desde su propio asombro y nos guía a través del libro. Ningún poema es de terceros, siempre es mío, con mis ojos y mi lengua, parecen decir Leticia Cortés o el mismo lector una vez que ha penetrado y se descubre en ese yo femenino. Desde el primer poema, Grito primero, se enuncia. Es su parto, pero también lo es de la palabra, de la voz que trama la poesía: “tengo qué hablar, / esconder mi rostro, / parir este dolor de haber nacido irreductiblemente asustada”.
Efectivamente, el yo establece su condición asustadiza y no se separará más de ella. Es un yo frágil, víctima de circunstancias que parecen a punto de romperse o de cerrar el poema con una contingencia. Es un estado límite en el que se anega, con frases como: “No me dejaré cortar esta vez por el otoño” o “Me fui muda / quedando vacía me fui”.
El segundo residente es aplastante y parece amotinarse poema tras poema. Yo le llamaría tristeza, aunque el yo es tan vulnerable que no puede llamarle de modo alguno. Es omnipresente, se sujeta a las calles o al árbol y mantiene el adolorido paisaje de los textos. Reduce la voz del poeta a su frágil condición. Cuando intenta ser ira es sólo queja y si pretende odio no podrá sino consentir y musitar. Dos ejemplos:
Pasa la vida como lluvia delirante.

Si la soledad fuera una danza
Si tan sólo fuera una danza

El tercero de los residentes aparece irremediablemente en la mayoría de los poemas. Es un , un alguien, otro que apenas asoma en la escena pero siempre es verbalizado; es a quien necesita el yo femenino para asirse y para sostener el poema en su deriva y salvarlo del mar picado en el que está, aunque ambos se hundan juntos. Es un permanente, una pareja amorosa, concebido como el objeto que atiza el mundo pasmoso y su tristeza:
No pretendo hacerme
amarilla de repente
como si el mar
fuera bilis derramándose en la cruz
¿Por qué sembrarte
me resulta tan amargo?
¿Por qué te miro
Y mis pies se ahuyentan del camino?
Estos tres residentes y el oficio de Leticia Cortés cocinaron Lámparas de Sueño, en el cual encontramos poemas certeros como Grito primero, Danza o Asentada raíz, que dice:
No quiero llevar prisa
Para silenciar mi estruendo.
Ni bajar los puños de repente.
No quiero estar esquina
Con la puerta reseca y los labios cerrados.
Mi cuerpo astilla temprano madrugadas.
Quisiera contar tu historia, quedarme muda.
Decir que nos gustaba morir todas las tardes.
Hay un halo cercano a Rosario Castellanos, a Sylvia Plath o a Adriana Díaz Enciso, de quien la autora es especialista. Sin embargo, esta voz es nueva, humedecida por una mujer joven. Dije en un principio: no sé quién es Leticia Cortés. No puedes conocer a alguien que te pasea por el laberinto y te abruma, como sucede en Lámparas de Sueño. Sin embargo, a diferencia de lo que pueda suceder en otras disciplinas, la poesía que abruma y te lleva a recintos de rareza fascinante es halagadora y hace de la palabra una experiencia y no sólo una lectura. En el caso de Leticia Cortés es una experiencia irrenunciable. Hay qué leerla.


*Autor: Leticia Cortés, Ediciones Cuadrivio, Guadalajara, 2006.

Púrpura

Leticia Cortés
Cuando Dante me invitó a presentar Púrpura sabía que sería un reto. La poesía, en cualquiera de sus manifestaciones, siempre representa un reto, sobretodo cuando sentimos que su fin último no se ha cumplido, sin embargo, la poesía de Dante en mí cumplió con el que considero es, el fin último de la palabra: permanecer. La primera vez que lo leí fue en esa antología que hicieron Dante Medina, Raúl Bañuelos y Jorge Souza: Poesía viva de Jalisco y desde entonces Dante ya figuraba en esa permanencia de la que hablo, y en la cual por versos de esta factura se ha consolidado como uno de los jóvenes poetas más prolíferos de Jalisco cito “Yo he dicho que la muerte asemeja el sitio donde amamos / por eso me quedo a temblar” fin de la cita con este verso, Dante no sólo nos recuerda que el color púrpura es la manifestación de lo mágico, y que nos revela la fe y la devoción, sino también la condición humana del poeta cuando se encuentra frente a la realidad que lo sujeta a un papel, concatenando dos instantes de la naturaleza a la que estamos condenados desde siempre, con un verbo que invoca a lo reflexivo siendo artífice de la comunión entre la muerte y el amor. Dante en Púrpura no sólo se ciñe a la poesía, también la vive, las palabras habitan en él. Su poesía se establece desde un Yo poético, desde un lenguaje cotidiano que lo hace universal y en esa transparencia de lenguaje encontramos una libertad de sonoridad, de ritmo, de cadencia. Dante sabe que la poesía es el resultado de un caos, de una inquietud en cualquiera de sus sentidos, porque la palabra viene cuando la perturbación llega. Cito: “Ir, venir, quedar. Si el tiempo estuviera en paz habría evitado este libro, pero - como las aguas de temporal - tiene turbulencia y es necesario ponerlo por ahí, que exista, aunque sea un poco” fin de la cita Desde esta advertencia se puede encontrar ese caos, esa inquietud en los verbos: “ir, venir, quedar” Púrpura nace de un estado de turbulencia anímico. Así, dividido en tres secciones “Yendo” “Quedando” y “Viniendo” encontramos un estado totalmente humano y en el cual se va hacia un punto en particular para después regresar al origen: como la vida misma.
La primera sección titulada “Yendo” está conformada por 11 textos en los cuales las imágenes evocan a la naturaleza cito “llueven la piel, solares manos” fin de la cita En esa misma naturaleza el sujeto poético busca una respuesta, un alguien que lo acompañe en sus noches. En la poesía de Dante el sol asimila el significado del tiempo. Cito “soy un deshojado cuando la tarde descuelga un pasajero de sombras que consume polvo” fin de la cita Lo que caracteriza a la poesía de Dante es esa transgresión de la palabra en la cual los poetas tienen un olor particular cito “Detesto lo que viene del aire porque huele a rosa, a Byron” fin de la cita Dante invoca poetas con aromas de su entorno, así el ensueño en su poesía es un acto plácido, en él encuentra un descanso aunque dentro del placer reposen alimañas que contrastan y en la contraposición de sus adjetivos, sustantivos y verbos, encontramos una nueva manera de nombrar la realidad. Lo que Dante hace en Púrpura es mostrarnos sucesos que se acercan y se alejan en la lobreguez. Sus poemas son instantes llenos de agua y, como menciona Bachelard, el agua es el estado más perfecto de la naturaleza por encontrarse en cualquier estado de la materia. Cito “Hay hombres, como este, que miran llover todavía” fin de la cita también encontramos una atemporalidad en sus poemas, instantes perpetuos en los que el sujeto poético se define cuando dice cito “yo conozco la ciudad y sus gatos turba que ronronea y eleva espectros al mediar la aguja” fin de la cita pero también encontramos lo opuesto como Dios y el Diablo. En sus palabras el Yo poético sabe a qué hora el mal merodea las calles y también lo vemos como un hombre. El Diablo, para Dante, puede ser cualquier humano que se expone a los riesgos de la vida sin ningún miedo.
En la segunda parte de Púrpura, “Quedando” encontramos a Dios de manera más directa. Quedar es no moverse, es permanecer. A diferencia de la primera parte de Púrpura, “Quedando” es una etapa más carnal. Y como Dante sabe que todo debe justificarse, en el poema Ópera Prima el sujeto poético justifica cada uno de sus actos. Cito “Por tu culpa y tu hermética mañana, por tus piernas en fuga, por que la luz persiste y porque víctima siempre soy. Por la escala creciente del infinito, por tus pechos de palacio maya, por tu boca abierta y vaporosa, por las marejadas del cobertor” fin de la cita. Es esta segunda parte de Púrpura el poeta advierte lo que no es en su existencia y advierte al lector que en ciertas horas besar es un peligro. También encontramos en Púrpura instantáneas de París con sus luces y sus calles, la temporalidad del otoño y la arquitectura. En “Quedando” figuran el amor y la carne cito “Dios libera su piel raíz / mientras los amantes, húmedos aún / se alejan del edén / tras el cobre encendido de la tarde”.
La tercera y última parte de Púrpura, Viniendo, se enfoca a la patria, a la escalera que parte del recuerdo de la abuela entendiendo la escalera como una misma representación de su libro, como un ir, venir y quedar. En La escalera encontramos esa rutina de la abuela al subir y bajarla siempre recorriéndola con su asma. La escalera representa la muerte, los ciclos que deben cerrarse. La casa siempre, otro de los poemas que conforman el libro, es el significado de la purificación espiritual. En Púrpura dominan los recuerdos y las pertenencias, fiestas religiosas como Nochebuena, Diciembre 24 y miércoles de ceniza cito “uno no vuelve / la tierra vuelve / se trepa / día a día nos va lapidando” Púrpura debe leerse sabiendo que se encontrará en él, el mundo que nosotros mismos percibimos, pero desde un ángulo poético, en el cual nos hará beber de una pepsi light que alude irónica y sarcásticamente al parafrasear la cultura Light que actualmente nos rodea. Lo que veremos en Púrpura es una confesión del autor a través del poeta, cito “Yo tenía un sube y baja rojo y azul / tan rápido como mi rabia / tan desigual en horas de suicidio. Mamá oprimía el extremo / donde las a veces picaban por las mañanas / justo ahí: en el asiento de mi amigo el muerto” En el vértigo de esta última parte de Púrpura leemos los acontecimientos diarios, lo sencillo que se transforma en permanencia y que a su vez trasciende, lo fácil que uno flaquea al sentir el silenciol. Para leer Púrpura hay que ser cómplices de lo que nosotros también vemos, sentimos, escuchamos, caminamos y comemos, porque la poesía de Dante está en todos lados, nos permite ensoñar y entrar a la realidad poética cuando sucede un relámpago. Su voz poética es un diccionario ambulante de realidades, en ella encontramos todos los acontecimientos del humano, transitan historias con las cuales todos podemos identificarnos. La fluidez de sus poemas, su vitalidad y su sencillez nos provocan un estado puro. Dante es, en palabras de Alberto Ruy Sánchez, un sonámbulo, un sonámbulo que está destinado a llenarse de fantasmas fugaces, y en esa fugacidad encuentra la palabra estable: lo permanente.

17.8.06



´Los esperamos este viernes 18 a las 20:30 horas en Casa Serrano.


Presentación de Púrpura en la capilla Elías nandino, con Leticia Cortés ( a quien agradezco su impulso) y Mauricio Ramírez. Ya en el brindis de deshonor: Beatriz Ortíz Wario, Pedro Goché y Hugo Plascencia. Paty Mata y Ricardo Sigala se movieron, así que no salieron en la foto.

6.8.06

Invitación

Les invito también este Martes 8 de agosto a la charla que sostendré con el tema "La ciudad y los escritores", con motivo del hermanamiento Lagos de Moreno-Sancti Spíritus, Cuba. La Cita es a las 19:00 horas en la Casa del Artesano, de Lagos de Moreno. Entrada gratuita.

1.8.06

Murciélago triste (fragmento)

I

El otoño hace pausa en el zaguán con torpeza de ciego
bufan las palmas
un cable
párpados arriba sisea el aire

hace tiempo no vienen aguaceros a descamar la madrugada
a llevarse este olor de pátina y gatos
a colgar de la cornisa un filo
una reja de cristal que nos deslumbre

me gustaba su murmullo de monje batiendo el tejabán
cuando éramos rapaces, sedientos
y teníamos alas de velero.

Hoy es antártica la hora: se alarga después del almuerzo
desprende trozos de cal, adobe, letanías en nuestro lomo
dice: quietos

Todo es pardo bajo el silencio que precede la hora de otros:
la no nuestra, sino del temblor
del sueño a la deriva de un plumero
resquebrajante

me acurruco a ti: somos estalactitas
cuando vine a la ciudad el amanecer.



II

Alguien en casa escucha Radiohead y asoma sus ojos por la tronera
es el insomne que llega como un bicho al polvo
fantasma sin rostro / acostumbrado a espiar
y a seducir con una copa la copa de estrellas

la música agranda el follaje del naranjo
en mi aguda espuma están sus dedos graves
un deambulatorio que sube y baja este santuario

Un ratón se acerca / ya quisiera mi tiara
y los bemoles donde se enuncia nuestro refugio

los murciélagos estamos hechos de uvés y pequeña pelambre
somos el filo, la oscuridad puntiaguda
vVv vVv vVv
revés con la soledad a cuestas / pelones ojos

Aún así amamos la ebriedad del sonido
las notas donde se baña el hombre de la casa
y el vino que destila su queja.


III

la tristeza es quieta
bálsamo que aleja mosquitos
línea en el ocaso
lavanda herida de un pirú
liturgia de los sin mar
argumento llano

hay un muerto a mi espalda
sudor y naftalina / carraspeos de pedregal
¿hay luz para mirar el mundo con ojos ciegos?

la tristeza es quieta y es mía
todo aleja la tristeza.

25.5.06

Enrique Norten

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El primero de mayo se anunció que Enrique Norten fue seleccionado como finalista del concurso “Zona Cero”, para el diseño y construcción de un centro cultural en el sitio que anteriormente ocuparon las torres gemelas de Nueva York.

Hace un año, le entregaron el Leonardo Da Vinci World Award of Arts y ganó el concurso internacional para realizar el proyecto del Museo Guggenheim en Guadalajara, una torre translúcida que romperá el horizonte trunco de la Calzada Independencia y concederá una nueva postal a la Barranca de Huentitán. Esta fue una de las noticias más difundidas de la arquitectura mundial, por la relevancia del proyecto y porque las obras anteriores de la fundación (el museo de Frank Lloyd Wright en Nueva York y el de Ghery en Bilbao) han constituido un referente en el desarrollo de la arquitectura.

Enrique Norten (Ciudad de México, 1954) pertenece a esa generación de arquitectos finiseculares (mejor dicho: fronterizos) como la catalana Carmen Pinó, el francés Jean Nouvel, o los norteamericanos Billie Tsien, cuya obra aparece con renovado lenguaje y un discurso de proyección universal, asumiendo el compromiso de la tecnología en el arte y la recuperación de la convivencia entre el hombre y el medio ambiente. No buscan el preciosismo, sino la eficacia del lenguaje espacial y el uso de alternativas formales en las estructuras y en la cinética urbana.

En 1985, Enrique Norten fundó TEN Aquitectos, taller con sedes en México y en Nueva York, en el que ha desarrollado su obra. Destacan la Casa O (1991), los Comedores Televisa (1993), La casa LE (1995), la Casa RR (1997), el Hotel Habita (2000), La Escuela Nacional de Teatro, el estacionamiento de la Princeton University (2000) y la Casa C (2004). Actualmente construye el Visual and Performing Arts Library, en Brooklin, y el Hotel Budapest, en la capital húngara, entre otras obras.

Además, Norten fue invitado para participar en el desarrollo JVC de Guadalajara, junto con otros arquitectos reconocidos (entre ellos el González de León), y fue jurado del Memorial del 11S en Nueva York. Se ha dedicado también al quehacer académico en distintas universidades y es fundador y miembro del consejo editorial de la revista Arquitectura.

En México, la arquitectura inmediata a Luis Barragán -con Legorreta, Agustín Hernández, González de León, Zohn o Serrano- se había endurecido a fines de los ochentas y, en algunos casos, petrificado; además, el creciente influjo de la arquitectura como un producto comercial, así como la especulación del suelo, agobiaba el desarrollo de nuevas tendencias de diseño, anclando el espectro imaginativo en la tradición, pero dejando de lado el hilo conductor de una reinterpretación “arquitectónicamente novedosa y necesaria” en el país.


Estas condiciones terminaron por darle paso a esta nueva generación de arquitectos (y Norten a la cabeza) de voz quieta y transparencia espacial, en contraposición al violento posmodernismo -que a ningún lugar ha llevado- y del high-tech, engrandecido por el mercado norteamericano y la industria del acero.

Manuel Larrosa definió la arquitectura posmoderna como “la huida hacia la mera apariencia”. Enrique Norten es uno de los arquitectos que ahora huyen de esa apariencia y establecen el discurso del diseñador y humanista, por encima del megalómano “creador”. De hecho, considera que el arquitecto “no es artista”, sino el profesional responsable de un diseño integral derivado de necesidades concretas y cotidianas. Con él se ha roto el prisma simple del racionalismo o el amaneramiento del tardomoderno; se relaja la arquitectura y cambia el rigor espacial por el ambient; se suavizan la luz y el color; se diluyen los muros en pantallas y retrocede el funcionalismo como sujeto inquisidor de las formas.

Ahora Norten se encuentra en los cuernos de la luna, como hace diez años lo estaba Legorreta, pues es el arquitecto mexicano de mayor proyección. Es un buen momento para agendar otro rumbo en nuestra quieta arquitectura.



11.5.06

El mundo (II)

Ayer fuimos al río / eran esponja las nubes
y el radio decía cómo se hace futbol un domingo

Sué brincó el hilo de fango
hizo trenzas de la hierba
y se acodó a leer con sus mosquitos

Era distinta -dijo alguien-
el agua de mis tiempos
bañaba la piedra del puente
y hacía remolinos la poceta

Para Sué hay un río, nubes de esponja
el poemario de Eluard/ y nada más

Los ríos / dice / son socios del suspiro:
nunca terminan de irse y decir etcétera

y si se van
les queda una cicatriz
que todos los veranos espejea.

30.4.06

Testigo

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Sitio al vientre de la noche que cae
luz a cuestas
parteaguas en nombre del cielo

Aquí, bajo el diorama, las creaturas
no tenemos manecilla ni arena

Es suficiente el claro del día
su marcha va a pausas como el preso de Reading
se deshoja en los pliegues
no por que un hombre lo violente con su voz
o por el canto del ave

Se encaja, como asceta, la sombra en su sombra
y viene la tiniebla
en amorosa cuna.

7.4.06

Nicole Kidman viene de regalo

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Chale. Me tiembla todo. Nicole Kidman es hoy mi actriz favorita, como alguna vez lo han sido Winona Ryder, Cecilia Roth, Caterine Denueve o Dolores del Río. Acá entre nos, de todas me parece la de nariz mejor y ojos mejores; la de cejas mejores y mejores pechos; la de mejor cuerpo y mejores labios, aunque le falte color a sus piernas (sólo color) y haya sido mujer del Tom ese que tanto le gusta a Carolina. Winona es un malvavisco, sí, pero es cleptomanísima como la tenista aquella, también muy piernudita ¿cómo se llamaba?... ah, sí, Jennifer Capriatti.

No esperaba tanto de Maizoro. Entré al supermercado por un desodorante y una coca, pensando dedicarle el domingo a un six de tecates, dos partidos de futbol, Deportv y una pizza de champiñones y chile morrón. Seguramente Carolina iba a salir con que fuéramos al cine o al centro comercial. Que se vaya sola, chingao ¿A poco nació acompañada? Cada semana es lo mismo. Si tantas ganas tiene de salir que se vaya con sus amigas las alcahuetas esas, Verónica y Paty, que se la pasan de un centro comercial a otro gastando el dinero de los maridos. Para eso si son muy buenas ¿no? En lugar de ponerse a trabajar, pues ni ricas son, nada más un fraude. Bueno, la Verónica está potable y eso la salva. Pero la otra.

En fin, estaba agendando el domingo de relax cuando miré la foto en la caja de Maizoro y pensé “ahí está mi novia Nicole”. Otros habrán pensado lo mismo, ya sé, pero uno sabrá con quién sueña, aunque sea una dama compartida ¿no? Total. Vi que la caja tenía el letrerito
¡Nicole Kidman
viene de regalo!

y como era la última de estante me la traje a casa. La abrí en la recámara –no fuera a llegar la metiche de Carolina- esperando encontrar mi Nicolita de plástico, muy al estilo Barbie y guiñándome un ojo. Nada. Vacié las ojuelas en la cama y las revolví como sopa de dominó, pero no encontré el juguete, ni chispas de chocolate en forma de la Kidman, ni estampita, ni un retrato impreso en la cara interna del cartón. Chale, pensé, estos ya me hicieron güey. No tolero que las super-empresas se burlen del consumidor, así que agarré el teléfono y marqué el número de quejas para mentarles la madre. Cero, uno, ochocientos, bla, bla, bla…

Antes los laberintos eran como los parterres de un jardín o la casa de los espejos. Hoy no necesitas más que un conmutador, el cual te trae de allá para acá como pendejo. Marque “uno” si quiere que lo atienda una operadora; “dos” si quiere poner una queja; “tres” si desea hablar con el intendente; cuatro si su chingada madre. Es una lata. Cuando por fin pude hablar con una mujer (quien por cierto tenía la voz más acartonada que López Dóriga) y le expuse mi queja, resultó muy contundente y a una velocidad de tarabilla: Lo siento, señor, pero la empresa no ha realizado promoción alguna relacionada con el tema que usted menciona. Cualquier otra consulta le será atendida con todo gusto escribiendo a nuestro correo electrónico o a este mismo teléfono. Muchas gracias por su preferencia y buen día. Me quedé como la esposa de Lot. Eso no se vale.

Como no tengo necesidad de argüendes me fui a ver el partido. La verdad, no estuve a gusto. A cada rato me venía la imagen de Nicle Kidman y pensaba lo que sucedería si en lugar del Piojo López fuera yo delantero del América. Fácil tuviera viejas mejores que Carolina y quien sabe si hasta mi Nicolita al lado. Ya con lana todo es fácil. Eso de trabajar como contador público para un despacho de contadores donde los jefes ni contadores son, no me hace gracia, pero me aguanto, qué más. Si tuviera dinero ya estaría en otras órbitas y mandaría a la fregada la oficina.

Uno sueña, como si nada, con tener una mujer de esas. Ha de ser grueso, pues no sólo de cariñitos se vive. Necesitas un dineral para llevarlas al salón de belleza, al spa, al gimnasio o de compras. Se visten en boutiques en París, Londres y Nueva York, no en el tianguis de los martes. Un contador público mediocre jamás llegará a eso, chale. Me tendré qué conformar con Playboy o Interviú mientras la Lotería Nacional me favorece con un premio de unos diez millones.

Total. Estuve pensando en eso todo el rato como bue ocioso.

Hace un par de horas le dije a Carolina que se olvidara del cine y se pusiera a lavar o a sobarme los pies. La muy delicadita se enojó, aventó la puerta y hasta “macho” me dijo. Eso me da coraje. A mí ninguna pinche vieja me dice “Macho” y ella hasta se encabrita. Muy moderna ¿no? Para quitarme el coraje salí a la calle. Fui a Farmacias Guadalajara, a Seven Eleven, a Oxxo y dos o tres tiendas de abarrotes. No me la vas a creer, pero en ninguna encontré la promoción de Nicole Kidman. O se agotaron pronto los cereales o es mero espejismo mío. No me vaya a estar volviendo loco. Hasta le pregunté a una cajera del Oxxo:

- Oiga, seño ¿ya se acabaron los Maizoro en los que regalan Nicoles Kidmans?

Me miró arqueando la geta como Pedro Infante y luego dijo, con la dificultad que el chicle le causaba:

- Pues yo no enterada estoy de eso, pregúntele al gerente.

Por si las dudas fui con el gerente y me contestó peor que los demás “¿Nicol quee?”. De todos modos compre una caja, para no dejar pasar la curiosidad y en el camino vine hurgando dentro y echándome unas ojuelas a la boca. Chale, de verdad que no traía nada, ni el letrerito, sólo un juego para niños: Ayuda a Elotín a salir del laberinto del malvado Cuervohambreado.

Perdí un pedazote de la tarde dando vueltas de tienda en tienda, tratando de recuperar algo que nunca tuve, o por lo menos información al respecto. Esas tentaciones no se las deseo a nadie. Ya alguna vez estuve en el internet buscando fotografías de Nicolita desnuda. A parte de que se metió un virus cizañoso al disco duro, entregué con dos días de retraso un informe a mi jefe. Me puso una cajetiza. Por ahí tengo las fotos en un CD, a ver si luego las vemos ¿no?

En eso estaba, pensando lo tarado que soy y la manera de disculpar los berrinches de Carolina para invitarla a la función de las nueve, pues hoy proyectan El Zorro, con Antonio Banderas y Caterine Zeta Jones. Al llegar a casa, me intercepto ella, muy cara de palo, como siempre. No: más bien asustada. “Te esperan dentro, idiota”.

Cuando entré a la sala se me fue el cereal como un pedregal a la garganta. En el sofá estaba Nicole Kidman, de verdad, sonriéndome, con las piernas cruzadas a la Sharon Stone y un par de enormes maletas.

Me dijo: “hola, cariño”.

Chale ¿y ahora qué?

(Publicado en Mientras pasa la tarde, noviembre de 205. DAV)

No hay peor lucha que la que no se hace

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A Cien Caras


-“O sea que vas a volver a la lucha?”- preguntaba emocionado el Doctor Morales a Pedro Aguayo.

-¡No, solo voy a pelear una vez, para retirar a Cien Caras!- respondió El Perro Aguayo, con ojos de lumbre y respiración intermitente.

Era un viernes, como todos, en la Monumental Arena México, el 4 de febrero del 2005, para ser precisos. Los Hermanos Dinamita se enfrentaban al trío de técnicos conformado por el Hijo del Perro Aguayo, Pierrot de Puerto Rico y Pierrot Jr., ante un atiborrado gentillal de gente y dos edecanes sedientas de chiflidos.

Cien caras, Mascara año 2000 y Universo 2000, conocidos también como Carmelo, Chucho y Andrés, habían perdido la primera caída en un medruguete y se dieron el lujo de reincorporarse para vencer a los técnicos en la segunda. Parecía una lucha normalita, pero el plato fuerte estaba por venir.

Era la tercera caída. Carmelo y sus muchachos aplicaban sendas llaves al Hijo del Perro y volaban por la segunda cuerda contra un Pierrot Jr. malherido, o mejor dicho: bienherido. A unos cuantos apretones de llave y parafernalia todo hubiera terminado, pero, repentinamente, una figura cavernaria emergió de la penumbra, corriendo muy envalentonado, muy sabe cómo: era el Perro Aguayo, quien subió hilarante al cuadrilátero en afán de defender a su cachorro y repartir coscorrones al Capo de Capos y su estirpe.

Con esta ayudita extra, la pelea se volcó a favor de los técnicos, por lo que Apolo Dantés, otro que no tenía vela en el entierro, brincó del público para defender a los ganaderos de Lagos. También El Vampiro Canadiense trepó al Ring, haciéndole más gordo el favor a la dinastía Aguayo. Total: se montonearon unos a otros, como en una campal de la Liga Obrera o en un operativo policiaco en Tepito.

De acuerdo con un boletín del Consejo Mundial de Lucha Libre, los gladiadores “convirtieron a la arena en una sucursal del manicomio”. Se dieron con todo al más ortodoxo estilo callejero. Los técnicos fueron descalificados gracias a la redentora impertinencia del Perro, quien, para darle más sabor al caldo, tomó un micrófono (la verdad yo no supe en qué momento entraron los micrófonos en esta historia) y retó con toda la rabia del continente a Cien Caras:

-¡Mira, Carmelo, yo me he preparado todo este tiempo porque solo voy a regresar a luchar una vez!- dijo el can de Nochistlán, actualmente retirado del pancrasio-, ¡Y esa pelea es… para retirarte!-. El respetable, encendido aún por la irrupción canina, lo abucheó como nunca en su carrera, apoyando por completo a los rudos de rudos.

-¡No te tenemos miedo, ni a ti ni a tu hijo, Perro!- contestó Chucho desde ring side con otro micrófono (que tampoco sé de dónde sacó)

-¡Nosotros somos sus padres!- replicó Carmelo, seguido por un sonoro alarde de la muchedumbre.

Hasta el Doctor Morales -quien narraba para la televisión en una mesita- comentó “¡esto es un suceso histórico!”, refiriéndose a la lucha pretendida por el sabueso zacatecano. Y es que la rivalidad entre los Reyes y los Aguayo se hizo popular desde los años ochenta, llegando a arrebatarse títulos unos y otros, a cortarse la cabellera y mentársela de todos los modos posibles.

La cereza del pastel fue puesta por el Hijo del Perro, quien aprovechó el reto para sugerir cortarle la mata a los perdedores “!Pon fecha, Cien Caras!” Yo ya ni quise ver, mejor apagué la tele y busqué la máscara del Matemático que tenía guardada. Me habían convencido otra vez de amar la lucha libre, como se aman los teatros, los cines y el futbol.

Quizá cuando esta crónica vea la luz pública algunos de los protagonistas ya estén pelones o Carmelo esté jubilado del pancrasio; solo pretendo dejarlo en oído de ustedes, pues pasará un buen tiempo para que veamos una lucha con semejante candela. Afortunadamente hay luchadores con tan buen talento, capaces de mantener viva la tradición de las lucha libre en este país, el cuál aún tiene héroes, por lo menos en un ring.

31.1.06

Presentación de Púrpura

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De izquierda a derecha: Irma Esthela Guerra, Susana Rodríguez, Rocío Salas, Hugo René Ruiz Esparza y yo, el pasado 26 de enero

Por Susana Rodríguez de Alba

Me antepongo como pretexto dado, el mismo que el autor se permite, voy, vengo y me quedo con el buen sabor de boca que te deja el Púrpura cuando te cede como lector la oportunidad de adentrarte en la recóndita e incierta esencia de la poesía.
Fue una tarde de estas entre grises y lluviosas que Dante me invitó a presentar su libro, yo había hecho anteriormente análisis de textos y leía para mis adentros todo tipo de literatura que obviamente pasa por un proceso de análisis antes de la total asimilación, sin embargo presentar un libro, diseccionar un cuerpo con vida, que late, encontrar lo que lo hace único y atreverse a formular juicios sobre un estilo es un embarque arriesgado y emocionante.
Recibí Púrpura en mis manos y me dispuse a la manera en que Cristo nos enseña el perdón a leerlo setenta veces siete. Dante eligió para cada poema un teatro diferente, las imágenes que te evocan las palabras contenidas requieren de escenarios, personajes y diálogos muy distintos entre si. Aunque de fondo existe un hilo que los une, un estilo que se siente ya definido por el que su poesía transita sin problema alguno.
Antes de adentrarme en cada uno de los apartados en que Dante dividió su poemario me gustaría hacer algunas precisiones generales. El escritor parece adepto a esa simpleza que encierra complejidad, trae al papel elementos cotidianos que sólo descritos con la dulzura y delicadeza de un poeta pueden hacernos mover de nuestra silla y viajar. Dante ha estado en lugares que yo conozco, ha visto quizá a tu abuela sentada en el patio o será la novia de aquel, la de la boca enrojecida como ciruela, a la que se le antoja besar; finalmente puede ser todo lo contrario, el autor con su sensibilidad de artista ha vivido en estos escenarios que nos parecen familiares y propios y que al mismo tiempo no son nuestros porque están en el aire y sólo los elegidos pueden tocarlos y plasmarlos.
En algunos poemas existe un personaje omnipresente que esta sin estar, ve a los actores del poema como a través de una cámara de Gesell en la que sólo tiene oportunidad de observar y no de participar; en otros hay un ente principal que habla en primera persona y se involucra con los hechos narrados como el Señor Arquitecto pensé agitar mi mano desde la otra banqueta… puede ser el propio autor, quizá un intento por involucrar al lector… o será que Dante Alejandro busca con su poesía lectores machos a la manera en que Cortazar los exigió para sus textos.
Hay quien se pregunta para qué poetas, de qué sirven, con qué se comen… Dante lo dice: habita un cristal de húmedas palabras que Carmen llama poema. Agua que desborda, líquido que no se contiene aunque cierres las manos, humedad que toma la forma de quien la lee y vierte las imágenes que sean posibles.
En alguna ocasión, José Emilio Pacheco dijo que los textos dejan de ser propiedad del autor cuando se encuentran en manos del lector porque en ese momento, no sólo se establece una conexión cósmica entre ambos, sino que además el primero le transfiere la propiedad de las letras al segundo y con ellas en sus manos puede interpretarlas y sobre todo vibrarlas, en el proceso de creación queda cerrado el ciclo que le dio vida, en este caso particular a la poesía.
Una vez que leí el libro la primera vez tuve la necesidad de repasarlo un par de veces más, en silencio, en voz alta y repitiendo varias veces una sola línea… los paisajes del pueblo y la ciudad me hicieron llegar a la Gloria en un día de enero. En las líneas que escribe Dante se ve el trabajo que hay detrás de Púrpura y no me refiero solamente a los cambios que pudieron vivir los poemas que conforman esta publicación, sino más bien a la formación literaria que tiene ya el autor como base para permitirse sin estridencias romper los cánones establecidos del Me gustas cuando callas porque estas como ausente. Como poeta tiene ya su propio estilo, una forma de narrar. Hace uso de diferentes figuras retóricas sin excesos, es decir la medida de su poesía viene dada en los temas que aborda y la forma en que lo hace. Y con esto no pretendo decir que sus poemas sean cortos, superficiales o que no tengan el valor de desafiar a quien los lee, sino todo lo contrario… a eso me refería cuando hablaba de simplicidad compleja… sus poemas son una fusión equilibrada entre lo cotidiano y la mirada sensible del artista.
Púrpura se divide en Yendo, Quedando y Viniendo, un proceso que mezcla lo móvil, con lo inmóvil. Los poemas que están en la primera parte, Yendo, están en constante movimiento, los personajes principales son: el diablo, la sombra, una lámpara que cedió a las tinieblas, la soledad y los gatos. Un él, desde lo más profundo de su propio ser percibe a su alrededor elementos y circunstancias por los que transita y nos invita a recorrer. Hay muchos días grises, de lluvia, con luna, sin que por esto la expresión de los textos sea triste, suena más bien a quien reconoce, como los gatos, los elementos de la oscuridad sin necesidad de encender una luz. La apertura del ciclo comienza con un recorrido por los lugares comunes, Púrpura nos muestra sus preferencias, sus gustos, lo que la rodea.
Quedando, es un remanso de palabras e imágenes, la segunda parte comienza hablando de dos, aparece en la escena una segunda persona con la que el parlante manifiesto y omnipresente intercambia ideas, besos, caminos, negaciones. Lo mismo habla del amor apasionado en la hora del comercio, con dos cervezas y un tumulto de golpes cristalinos que del beso de amor que enciende los buenos días. Ambos son amor, cada uno en su versión. En esta segunda parte hay un poema que por demás me llamo la atención, se hace llamar Chata y tiene mucho que ver con el contexto al que nos remite el puro nombre. Mientras los demás poemas guardan un uso del lenguaje muy propio y te remiten a parajes “formales”, Chata te lleva a una fiesta donde se puede encontrar una chica adolescente, en una fiesta, con un atuendo multicolor y de la cual quien suscribe parece profundamente enamorado sin que ella siquiera lo sepa, haciendo esta referencia recordé el video de la canción Eres de Café Tacaba, sin que por esto quiera yo hacer una comparación. Pudiera seguir la descripción del poema, pero más vale que ustedes como yo se enganchen del texto y se permitan encontrar cuanta cantidad de imágenes les traiga a la cabeza.
Viniendo, es una serie de recuerdos constantes que se traen a la cabeza, la intención vuelve nuevamente al que parece ser el personaje de la primera parte y que al mismo tiempo no es el mismo haciendo referencia al concepto de devenir que tiene Heráclito de Éfeso cuando afirma que “no podemos bañarnos dos veces en el mismo río” porque el agua no es la misma y nosotros no somos los mismos. Viniendo, habla de festividades, tradiciones, Noche Buena, el Miércoles de Ceniza, un domingo 78 y un sábado que no se arrenda a séptimos días. Por una parte la tierra nos lapida y al mismo tiempo el reloj disimula que lo perpetúa todo.
Todos tuvimos una abuela, debo reconocer que a mi en lo particular estos poemas me hicieron recordar mucho a la mía (y no me refiero a la misma de la habla Paquita La del Barrio) me refiero a mi abuela, la vieja que en muchos casos llega a ser el alma de la casa porque su presencia es más que un físico hecho pasita.
Esto es el libro de Dante, esto es lo que yo pude vibrar con Púrpura. Existen argumentos alternos a estos que yo les acabo de comentar, míos y de aquellos que han tenido la oportunidad de leer este texto. En general el contenido del libro me parece que tiene una calidad muy aceptable, habrá cosas que quizá Dante para este momento sienta que están superadas, sin embargo creo yo que es un poemario bien logrado y que además las publicaciones permiten a los escritores un sinnúmero de sensaciones y experiencias que sólo a través de estas actividades pueden lograrse y que de las artes, la literatura es de las que lo permite con mayor claridad. Felicidades Dante, muchas gracias por invitarme a presentar tu libro y espero que mis juicios hayan sido reflejo de lo que tu poesía logro hacer con mi alma al momento en que leía sus líneas.

23.1.06

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Este jueves, se presenta Púrpura en Lagos de Moreno. A ver si se dan una vuelta y, de paso, se llevan el poemario.
También los espero en la mesa redonda que se llevará a cabo con motivo del primer aniversario de Mientras pasa la Tarde, que dirige José Miguel Becerra, el viernes a las ocho de la noche, también en Casa Serrano.

13.1.06

alas

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Entre el paladar y la sangre
beso mártir
vas descombrando mis latitudes:

pulsos de amor
trozos de vida
alas de muerte.

6.1.06

temblor

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Hay días en los que el viento no responde
Se aquieta en las cuencas del patio
en el follaje
puede anidar, si quiere, como un tordo
como un desvencijado lenguaraz
que me duele desde hace tiempo

El viento tiene unos ojos de miedo
y un lagrimal dispuesto para nosotros, los caídos
los de la media luz y el temblor sin sentido

Hay días, como hoy, para guardarme
y esperar un relámpago
algún escalofrío con el cuál sacudir esta penumbra
si este viento no deja de mirar así.

5.1.06

Bebe

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Pensé que el 2005 terminaría sin algún grato añadido a mi gusto musical, pero este planeta redondo y gordote siempre tiene buenas nuevas. Pafuera telarañas, disco de Bebe, es mi mejor encuentro de esta temporada.

La escuché por vez primera en una emisora de Salamanca y me llamó la atención su voz agridulce y la letra descalza de sus canciones. Fue Bertha Alicia quien me comentó entonces el éxito que tiene actualmente en España. Bebe nació en valencia. Inició su carrera en un grupo de nombre Vanagloria y, posteriormente, en los círculos de cantautores solitarios. Pafuera telarañas es su primer disco, una fusión de flamenco, sonidos latinos y reggae, en el que involucra a otros músicos ibéricos en plenitud, como Tontxu y Luis Pastor.

Cuando alguien se lo propone puede hacer del pop algo bueno. Yo creo que Bebe es uno de esos casos. Como los olivos, la más vital de sus piezas, es una especie de rumba feliz, con guitarra, metales y scratch, que dice

sobre las caderas se mueve mi falda

con el tintineo de tu risa y tu jaleo,

y al volver la noche me tendrás mimada

bajo una luna de cenizas plateadas.

Hay otros temas recomendables de esta mujer -a veces dolorida y otras partidaria de la denuncia social- como el difundido Malo, Men señará (sic) o Revolvió. Buen inicio de año.