30.11.05

Mai neim

Vamos a ver. Me llamo Dante Alejandro Velázquez Limón, un nombre largo pero simétrico (5,9,9 y 5 letras), dividido en dos hemistiquios, uno de cinco sílabas y otro de seis, que juntos forman un verso endecasílabo, como queriendo ser muy “clásico”.
Agradezco a mis padres la dupla hacia la cuál me inclino como un admirador: el Dante Alighieri y el Alejandro Dumas, sin dejar de lado al Dante Gabriel Rosseti o al Alejandro Aura.
Con mis apellidos no hay mucho relajo, pues nunca ha sido mi anhelo tener blasones. Velázquez es un apellido normal, con parientes normales y ajenos al ajetreo social. De lo Limón llevo mi carácter agrio y enverdecido, así como un pariente de nombre Pánfilo Limón, lugarteniente de Martín Díaz, con quien se trepó a la Mesa Redonda durante la guerra cristera. De todos modos me declaro anti-cristero. Y qué.
En google puede uno encontrar un montón de dantes alejandros, por cierto muy feos. Dicen que anda por ahí, en Guadalajara, un poeta llamado Dante Alejandro, el cual despliega versos en los camiones urbanos en lugar de cantar tragos de amargo licooooor. A ver si un día de estos lo saludo, como ya saludé al otro, al hijo predilecto de Jilotlán y gran narrador, conocido en el mundo mundano como Dante Medina.
Quien nunca me ha apetecido como tocayo es aquel, el ex canciller de Argentina: Dante Caputo.

29.11.05

Bienvenida a López Obrador

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Andrés Manuel:
Quiero hablarte del paisaje donde nací: está tierra dura, desquebrajada, que año con año espera unas lluvias que sólo miran de reojo. Es una tierra que ha hecho duros también a sus hombres, a fuerza de arar una piel delgada y triste, bajo los sombreros de ala ancha y los matorrales de espina. Por algo llamó Agustín Yañez a los Altos de Jalisco “las tierras flacas”.

A nombre de los ciudadanos que hoy te acompañan, te ofrezco una grata estancia. Seguramente la tendrás, pues Lagos de Moreno lleva esa vocación desde que fue fundada, en 1563. Por eso construyó caminos a todos los vientos, mesones y estancias para el reposo de norteños, capitalinos, extranjeros o los que vienen del trópico como tú.

Lagos de Moreno no es la mejor ciudad de este mundo, pero es la única que poseemos y a la que hemos construido, golpe a golpe, lejos de Guadalajara y aún más (lejísimos) de la Capital de la República. Esta iglesia que ves fue levantada por una villa de solamente nueve mil habitantes, en el siglo XVIII. Todo lo hacemos por tercos y en la adversidad.

Hace casi dos siglos, un laguense, el licenciado Francisco Primo de Verdad y Ramos, proclamó la soberanía del pueblo mexicano ante la metrópoli española. No tenía escapatoria, pero era justo hacerlo. Pedro Moreno se levantó por la independencia cuando estaba casi sofocado el movimiento. Fue abatido y decapitado. Mariano Azuela fundó la novela revolucionaria atrincherado en la sierra, luego se exilió del país. Alfredo R. Plascencia, el poeta de Jalos, escribió sus mejores poemas desterrado por el arzobispado en un pueblo sin nombre. Manuel González Serrano pintó sus profundas tristezas en el manicomio. Hoy, nuestros hermanos cruzan la frontera porque Los Altos son tierra no prometida. Algunos no regresan más.

Como la tierra, somos duros, pero entrañables y productivos. Encendemos las mañanas con el arriero, se ordeña la vaca, levantan los albañiles pedazos de ciudad, y le damos a México nuestro producto. Deberás, Andrés Manuel, comer la tuna de Ojuelos, los quesos de Lagos y echarte al hombro un zarape de Teocaltiche. Deberás, digo, porque ya te estamos llamando. Deseamos compartir tu proyecto de nación, aún en la adversidad y con el yunque al cuello. Esta es una región donde ser librepensador y ejercer la libertad se goza más porque más fuertes son las cadenas. Nos estan dormidos campesinos, obreros, universitarios, profesionistas, amas de casa y alteños en los Estados Unidos.

Andrés Manuel, tu paisano Carlos Pellicer escribió: Trópico, para qué me diste las manos llenas de calor, todo lo que toque se convertirá en sol. Estoy seguro, que tú también vienes con las manos llenas de calor. En Lagos de Moreno y en todos los Altos de Jalisco, somos muchos los que te ofrecemos las nuestras para convertir este país, de una vez por todas, en sol. Bienvenido a casa.


6 de octubre de 2005

Fray Alejandro de Arce

El pasado 27 de noviembre se publicó en Tapatío Cultural, Suplemento del diario El Informador, el cuento Cálida muerte de Fray Alejandro de Arce, con el que obtuve el Primer Lugar del Concurso Estatal de Cuento "Cincuentenario de Pedro Páramo". Ya puedes leerlo en este espacio, en la lista de links. Los errores de edición son de El Informador.

23.11.05

Victoria Beckham y Dulcinea

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Victoria Beckham, esa especie de Barbie con etiqueta de Spice Girl, no ha leído un solo libro en su vida, ni siquiera su propia autobiografía. Ella lo dijo. Es entendible, pues –voy con Madonna- una chica material está programada para llenar las revistas del corazón, anuncios espectaculares y desfiles fashion, no para agregar neuronas a su cabecita de maniquí. Su función es meramente visual, aromática y de carnada con texturas gratas al consumidor.

Lo preocupante es el presidente de una república que aplaude a quien no lee periódicos, un funcionario al que le dan roña novelas inofensivas como Aura o un Suprema Corte de Justicia que condena las irreverencias verbales de un poeta provinciano. Con ese dulce panorama es difícil pensar en un país “de lectores” o, por lo menos, en un puñado de ellos. Tampoco podemos celebrar los cuatrocientos años de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha como lo merece Cervantes, leyéndolo, y no sólo con homenajes y lecturas rimbombantes.

¿Cómo leer el Quijote, si hasta Aura, una novela corta (¿o un cuento largo?) se nos complica en esta actualidad fragmentada? Quién sabe. Lo dice uno que, como Fox, aún no ha leído La Iliada ni La guerra y la paz, novelas de extensión considerable para holgazanes. La única posibilidad es agarrar el librote como se agarran los juguetes y pepenarse un rato lúdico media hora al día (lo mismo que duran Lente loco o Mujer, casos de la vida real). Las grandes obras se disfrutan así, de a poco y con los sentidos dispuestos. no con la fuerza acostumbrada por muchos maestros de literatura en secundaria y preparatoria, alérgicos a los libros.

El Quijote es una obra diversa, apta para monjas, carniceros, intelectuales, niños, lascivos, judiciales y amas de casa, sin problemas para entenderla y enamorarse de ella y de sus personajes. Está plena de catorrazos, enseñanzas, amoríos, elocuencia, artimañas, magia, pasiones y vagancia. O sea, lo que a todos nos gusta.

Conozco más de dos arrepentidos con el final de la telenovela Rubí. Nadie que haya leído el Quijote se ha arrepentido. Algunos hasta terminan como doctos caballeros en busca de una Dulcinea igual a Victoria Beckham. Después de todo, la Spice Girl es también pura ficción. Puro silicón, Loreal, Vanity Fair, gel y sesiones inacabables de spa.

Oficio de ser

Hace unos trece años apareció en Expresso de Jalisco una sección cultural llamada Ronroneos, con la finalidad de atacar el desamparo en el cual se encontraba el periodismo cultural de esta ciudad. Los responsables de la sección éramos Irma Guerra y yo, quienes, como jóvenes y mesías a los que nadie llamó, pretendíamos introducir al universo local temas “extrañísimos” (como el rock, Jaime Sabines, Federico Nietzche o el teatro del absurdo) y darle un chapuzón distinto al arte, arañando el mito de los hombres ilustres y publicando textos de jóvenes poetas e ilustradores cercanos a nuestra generación.

Como es de suponerse, y aún sucede en los medios laguenses, los ronroneos no pasaron de cinco ediciones y se volvieron polvo en la memoria de todo mundo. Al margen del entonces taller literario de la Casa de la cultura nos reuníamos eventualmente para charlar de poesía y porque ambos teníamos en ebullición un propósito común y silencioso: publicar un poemario.

Afortunadamente, la cordura estableció su gobierno: mantuvo guardados los poemas o los envió al cesto. No era momento de echar al vuelo textos de pobre calidad, aún lejanos al rigor literario y a la autocrítica. Habría que sumar experiencias y ejercer con seriedad el oficio de escribir.

De esa fecha a hoy, Irma Guerra trabajó como bibliotecaria y periodista, colaboró en otra malograda publicación de nombre Paralelo 21 (amparada en la Preparatoria Regional por Roberto Castellanos), ganó los Juegos Florales de Lagos, fue a vivir a la Ciudad de México, donde estudió la Licenciatura en Letras, y volvió a Lagos para integrarse a la Universidad de Guadalajara, su casa de trabajo actual.

Este tiempo ha sido basamento para construir Oficio de ser, poemario editado este año por el Centro Universitario de los Lagos, junto con los de José Miguel Becerra y Marco Vinicio Félix, miembros (los tres) el taller literario que coordina en Unión de San Antonio el escritor Fernando Solana.

Oficio de ser no es sólo el título del poemario, sino un ejercicio cotidiano de Irma Guerra, una mujer enamorada de los libros y el rancho, con quien puedes hundirte por horas si hay como piscina un pretexto literario. Es buena conversadora, dueña de la sobremesa y los oportunos chistes. El amor a su ciudad y el estudio de ella le ofrece certeza para seguirla amando. Levante la piedra quien ame tanto a Lagos como Irma Guerra. Recurre a Sor Juana o a León Felipe lo mismo que a los locales González León, Rosas Moreno y extraños como Fernando Nordesternut o Francisco García Diego.

Oficio de ser, este poemario que se postergó por una década, rehaciéndose precisamente en el oficio de ser de la autora, representa un esbozo inicial de lo que será en adelante la obra de Irma Guerra. Despliega una poética clara –no por eso llana- que husmea la frontera de la prosa, sin levantar los pies del territorio lírico. Desde niña te amé, mi Sor Juana, dice Irma sin recurrir a escondrijos literarios y adueñada de la décima musa: Mi Sor Juana.

Los versos establecen una confesión constante, siempre en primera persona y lanzando el anzuelo a la evocación o al anhelo.

Oficio de ser es un poemario de amor, aún en la renuncia del mismo. Amor a las cosas inmediatas, a la nostalgia y la intimidad del sujeto. Amor a la tierra y al despojo de la pareja. No hay aspavientos ni tormentas en el lenguaje, hay un despeñadero interior que en las palabras se va escondido. Paul Valéry describe mejor esta idea cuando dice: Esa voz hiriendo el aire apenas. No sé ustedes, pero el “herir apenas” ya es herir.

No quiero por el momento averiguarles la lectura de este libro. Sólo comparto con Fernando Solana la sugerencia de un fragmento con evidente penetración:

Ya no queda rastro de ti en la casa.
Se fueron tus zapatos,
La camisa que compraste aquella tarde,
el olor a loción de los cajones
y el suéter horrible que tejí para ti,

Quería quedarme con algún recuerdo
Pero con dolía tanto
Tiré todos los años compartidos

Sólo me quedé con tus hijos
.

Para llegar a Oficio de ser, Irma Guerra ha transitó una etapa de su vida con rotundos giros y no especuló la espera. Irma es mi amiga dolida de Lagos y ha escrito un poemario de amor, pues seguirá enamorada sin remedio: de este aire, de su ciudad y del oficio de existir.