22.8.06

Púrpura

Leticia Cortés
Cuando Dante me invitó a presentar Púrpura sabía que sería un reto. La poesía, en cualquiera de sus manifestaciones, siempre representa un reto, sobretodo cuando sentimos que su fin último no se ha cumplido, sin embargo, la poesía de Dante en mí cumplió con el que considero es, el fin último de la palabra: permanecer. La primera vez que lo leí fue en esa antología que hicieron Dante Medina, Raúl Bañuelos y Jorge Souza: Poesía viva de Jalisco y desde entonces Dante ya figuraba en esa permanencia de la que hablo, y en la cual por versos de esta factura se ha consolidado como uno de los jóvenes poetas más prolíferos de Jalisco cito “Yo he dicho que la muerte asemeja el sitio donde amamos / por eso me quedo a temblar” fin de la cita con este verso, Dante no sólo nos recuerda que el color púrpura es la manifestación de lo mágico, y que nos revela la fe y la devoción, sino también la condición humana del poeta cuando se encuentra frente a la realidad que lo sujeta a un papel, concatenando dos instantes de la naturaleza a la que estamos condenados desde siempre, con un verbo que invoca a lo reflexivo siendo artífice de la comunión entre la muerte y el amor. Dante en Púrpura no sólo se ciñe a la poesía, también la vive, las palabras habitan en él. Su poesía se establece desde un Yo poético, desde un lenguaje cotidiano que lo hace universal y en esa transparencia de lenguaje encontramos una libertad de sonoridad, de ritmo, de cadencia. Dante sabe que la poesía es el resultado de un caos, de una inquietud en cualquiera de sus sentidos, porque la palabra viene cuando la perturbación llega. Cito: “Ir, venir, quedar. Si el tiempo estuviera en paz habría evitado este libro, pero - como las aguas de temporal - tiene turbulencia y es necesario ponerlo por ahí, que exista, aunque sea un poco” fin de la cita Desde esta advertencia se puede encontrar ese caos, esa inquietud en los verbos: “ir, venir, quedar” Púrpura nace de un estado de turbulencia anímico. Así, dividido en tres secciones “Yendo” “Quedando” y “Viniendo” encontramos un estado totalmente humano y en el cual se va hacia un punto en particular para después regresar al origen: como la vida misma.
La primera sección titulada “Yendo” está conformada por 11 textos en los cuales las imágenes evocan a la naturaleza cito “llueven la piel, solares manos” fin de la cita En esa misma naturaleza el sujeto poético busca una respuesta, un alguien que lo acompañe en sus noches. En la poesía de Dante el sol asimila el significado del tiempo. Cito “soy un deshojado cuando la tarde descuelga un pasajero de sombras que consume polvo” fin de la cita Lo que caracteriza a la poesía de Dante es esa transgresión de la palabra en la cual los poetas tienen un olor particular cito “Detesto lo que viene del aire porque huele a rosa, a Byron” fin de la cita Dante invoca poetas con aromas de su entorno, así el ensueño en su poesía es un acto plácido, en él encuentra un descanso aunque dentro del placer reposen alimañas que contrastan y en la contraposición de sus adjetivos, sustantivos y verbos, encontramos una nueva manera de nombrar la realidad. Lo que Dante hace en Púrpura es mostrarnos sucesos que se acercan y se alejan en la lobreguez. Sus poemas son instantes llenos de agua y, como menciona Bachelard, el agua es el estado más perfecto de la naturaleza por encontrarse en cualquier estado de la materia. Cito “Hay hombres, como este, que miran llover todavía” fin de la cita también encontramos una atemporalidad en sus poemas, instantes perpetuos en los que el sujeto poético se define cuando dice cito “yo conozco la ciudad y sus gatos turba que ronronea y eleva espectros al mediar la aguja” fin de la cita pero también encontramos lo opuesto como Dios y el Diablo. En sus palabras el Yo poético sabe a qué hora el mal merodea las calles y también lo vemos como un hombre. El Diablo, para Dante, puede ser cualquier humano que se expone a los riesgos de la vida sin ningún miedo.
En la segunda parte de Púrpura, “Quedando” encontramos a Dios de manera más directa. Quedar es no moverse, es permanecer. A diferencia de la primera parte de Púrpura, “Quedando” es una etapa más carnal. Y como Dante sabe que todo debe justificarse, en el poema Ópera Prima el sujeto poético justifica cada uno de sus actos. Cito “Por tu culpa y tu hermética mañana, por tus piernas en fuga, por que la luz persiste y porque víctima siempre soy. Por la escala creciente del infinito, por tus pechos de palacio maya, por tu boca abierta y vaporosa, por las marejadas del cobertor” fin de la cita. Es esta segunda parte de Púrpura el poeta advierte lo que no es en su existencia y advierte al lector que en ciertas horas besar es un peligro. También encontramos en Púrpura instantáneas de París con sus luces y sus calles, la temporalidad del otoño y la arquitectura. En “Quedando” figuran el amor y la carne cito “Dios libera su piel raíz / mientras los amantes, húmedos aún / se alejan del edén / tras el cobre encendido de la tarde”.
La tercera y última parte de Púrpura, Viniendo, se enfoca a la patria, a la escalera que parte del recuerdo de la abuela entendiendo la escalera como una misma representación de su libro, como un ir, venir y quedar. En La escalera encontramos esa rutina de la abuela al subir y bajarla siempre recorriéndola con su asma. La escalera representa la muerte, los ciclos que deben cerrarse. La casa siempre, otro de los poemas que conforman el libro, es el significado de la purificación espiritual. En Púrpura dominan los recuerdos y las pertenencias, fiestas religiosas como Nochebuena, Diciembre 24 y miércoles de ceniza cito “uno no vuelve / la tierra vuelve / se trepa / día a día nos va lapidando” Púrpura debe leerse sabiendo que se encontrará en él, el mundo que nosotros mismos percibimos, pero desde un ángulo poético, en el cual nos hará beber de una pepsi light que alude irónica y sarcásticamente al parafrasear la cultura Light que actualmente nos rodea. Lo que veremos en Púrpura es una confesión del autor a través del poeta, cito “Yo tenía un sube y baja rojo y azul / tan rápido como mi rabia / tan desigual en horas de suicidio. Mamá oprimía el extremo / donde las a veces picaban por las mañanas / justo ahí: en el asiento de mi amigo el muerto” En el vértigo de esta última parte de Púrpura leemos los acontecimientos diarios, lo sencillo que se transforma en permanencia y que a su vez trasciende, lo fácil que uno flaquea al sentir el silenciol. Para leer Púrpura hay que ser cómplices de lo que nosotros también vemos, sentimos, escuchamos, caminamos y comemos, porque la poesía de Dante está en todos lados, nos permite ensoñar y entrar a la realidad poética cuando sucede un relámpago. Su voz poética es un diccionario ambulante de realidades, en ella encontramos todos los acontecimientos del humano, transitan historias con las cuales todos podemos identificarnos. La fluidez de sus poemas, su vitalidad y su sencillez nos provocan un estado puro. Dante es, en palabras de Alberto Ruy Sánchez, un sonámbulo, un sonámbulo que está destinado a llenarse de fantasmas fugaces, y en esa fugacidad encuentra la palabra estable: lo permanente.

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