30.3.20

Sutra del vagón, de Román Villalobos


Fotografía: Record. Imagen de Chiapas

Además de complejas, las migraciones contemporáneas son dolorosas cuando se abandona la tierra por sobrevivencia ante condiciones económicas, políticas o sociales de alto riesgo. En el caso de Latinoamérica, las largas caminatas hacia el norte o el exilio en trenes, carreteras, cruce de fronteras y desiertos son tan dramáticos como un cayuco repleto de norafricanos en el oleaje del Mediterráneo.
La poesía se suma como testimonio de este fenómeno humano y cuenta ya con obras relevantes en las que denuncia sin reserva el peso y el costo del exilio en los individuos; entre estas, mencionemos tan solo dos: Europa aplaude, de José de María Romero Barea y El libro centroamericano de los muertos, de Balam Rodrigo.
En esta línea temática surge Sutra del vagón, libro de Román Villalobos que sube a este vagón testimonial la desgracia de las migraciones diarias desde Latinoamérica hacia Estados Unidos. Aquí el poema se reconoce como un sutra oriental, del que habrán de emerger luces, pero no en la certeza, sino en las dudas de quien padece el viaje y las angustias al no encontrar una anhelada prosperidad.
El libro está dividido en tres partes. La primera de ellas, “Pareados”, está escrita desde el origen: el pueblo donde se ha nacido, la familia, la madre y los hijos que se desprenden hacia un futuro incierto, como si se expulsara un objeto cualquiera del paisaje íntimo. Porque ahí, en la propia tierra, radica la causa del viaje y el incierto andar hacia el norte. El Porvenir de Honduras –que bien puede ser cualquier Porvenir mundano de Latinoamérica–  lleva en el nombre la penitencia de un futuro desolado y expulsa a sus hijos en un duelo que se prolonga y no termina en la distancia.
La soledad y el abandono se llevan inscritos en los poemas, donde los protagonistas encadenan inevitablemente la nostalgia y las ataduras de la familia a los contratiempos del exilio: Tú decides: me iré para mejorar mi vida y la de los míos / en el camino todo te sobrevive / ¿qué es esta mano que no da sombra en que te conviertes?
La segunda parte, “El sonido de dos metales al tocarse”, está recreada desde el destino, ya sea una luminosa ciudad estadounidense a la que se arriba y que poco a poco va perdiendo el esplendor anhelado o aquella en la que el accidente nos abandona y el viaje se trunca. En ambas, el peso de la decepción es igual, pues la discriminación, los abusos y la pobreza siguen latentes. El sino es ensangrentado y sólo se aspira volver a la tierra o sepultarla en la nueva vida, como lo señala este pasaje desde la frontera: Creo que me quedé en alguna parte de la vía, / que no sé si soy yo el que vive o se recuerda, / pero no se lo digas a nadie, / no importa. / Tú diles que estoy llegando a donde quiero.
En esa odisea, parece que el “migrante” nunca deja de serlo. Es su sino. Y la esperanza es aplazable todo el tiempo, aún con la muerte, pues tampoco deja de migrar si no se ha vuelto al origen y sus cadenas son enormes.
Finalmente, en “Testarazo”, la tercera parte del libro, el poema es un registro escrito desde el tránsito, con aquellos que pisan fugazmente o por una breve temporada una estación cualquiera (Lagos de Moreno, que tampoco es cualquiera), en la que todo y nada sucede porque sólo es temporal y el migrante arriba saturado de complejidades que recogió a cada paso o en el lomo del vagón. Porque uno se ancla en el camino y ya no tiene nombre, / se convierte en pies puros, en materia / de puro caminar… asume el individuo, quien siempre se reconoce ajeno y sin identidad hacia los sitios que va cruzando y lo reciben con indiferencia u hostilidad.
La pertinencia de Sutra del vagón radica en lo oportuno del tema y el discurso poético equilibrado con el que se escribió, pues Villalobos enuncia, sin sentenciar, las adversidades que día con día se viven en los exilios obligados, tanto en colectividad como en la intimidad de quien los experimenta. Por eso hay que leer (y disfrutar) este libro.

Post data: Se puede seguir la huella de Román Villalobos en sus poemarios Pequeña ciudad eléctrica (2016), Si el mundo no se acaba lo termino yo (2018), Final del rey (2018) y john lurie: outside forever (2018), además de otros libros colectivos y antologías en los que aparece.
           
*Villalobos, Román (2019). Sutra del vagón. Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de los Lagos. Lagos de Moreno, Jalisco. 86 Pags. ISBN 978-607-547-611-7.

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