Fotografía: Record. Imagen de Chiapas
Además de complejas, las migraciones
contemporáneas son dolorosas cuando se abandona la tierra por sobrevivencia
ante condiciones económicas, políticas o sociales de alto riesgo. En el caso de
Latinoamérica, las largas caminatas hacia el norte o el exilio en trenes,
carreteras, cruce de fronteras y desiertos son tan dramáticos como un cayuco repleto
de norafricanos en el oleaje del Mediterráneo.
La poesía se suma como
testimonio de este fenómeno humano y cuenta ya con obras relevantes en las que denuncia
sin reserva el peso y el costo del exilio en los individuos; entre estas,
mencionemos tan solo dos: Europa aplaude,
de José de María Romero Barea y El libro
centroamericano de los muertos, de Balam Rodrigo.
En esta línea temática surge Sutra del vagón, libro de Román
Villalobos que sube a este vagón testimonial la desgracia de las migraciones
diarias desde Latinoamérica hacia Estados Unidos. Aquí el poema se reconoce
como un sutra oriental, del que habrán de emerger luces, pero no en la certeza,
sino en las dudas de quien padece el viaje y las angustias al no encontrar una
anhelada prosperidad.
El libro está dividido en tres
partes. La primera de ellas, “Pareados”, está escrita desde el origen: el
pueblo donde se ha nacido, la familia, la madre y los hijos que se desprenden
hacia un futuro incierto, como si se expulsara un objeto cualquiera del paisaje
íntimo. Porque ahí, en la propia tierra, radica la causa del viaje y el incierto
andar hacia el norte. El Porvenir de Honduras –que bien puede ser cualquier Porvenir mundano de Latinoamérica– lleva en el nombre la penitencia de un futuro
desolado y expulsa a sus hijos en un duelo que se prolonga y no termina en la
distancia.
La soledad y el abandono se
llevan inscritos en los poemas, donde los protagonistas encadenan inevitablemente
la nostalgia y las ataduras de la familia a los contratiempos del exilio: Tú decides: me iré para mejorar mi vida y la
de los míos / en el camino todo te sobrevive / ¿qué es esta mano que no da
sombra en que te conviertes?
La segunda parte, “El sonido
de dos metales al tocarse”, está recreada desde el destino, ya sea una luminosa
ciudad estadounidense a la que se arriba y que poco a poco va perdiendo el
esplendor anhelado o aquella en la que el accidente nos abandona y el viaje se
trunca. En ambas, el peso de la decepción es igual, pues la discriminación, los
abusos y la pobreza siguen latentes. El sino es ensangrentado y sólo se aspira
volver a la tierra o sepultarla en la nueva vida, como lo señala este pasaje desde
la frontera: Creo que me quedé en alguna
parte de la vía, / que no sé si soy yo el que vive o se recuerda, / pero no se
lo digas a nadie, / no importa. / Tú diles que estoy llegando a donde quiero.
En esa odisea, parece que el “migrante”
nunca deja de serlo. Es su sino. Y la esperanza es aplazable todo el tiempo,
aún con la muerte, pues tampoco deja de migrar si no se ha vuelto al origen y
sus cadenas son enormes.
Finalmente, en “Testarazo”, la
tercera parte del libro, el poema es un registro escrito desde el tránsito, con
aquellos que pisan fugazmente o por una breve temporada una estación cualquiera
(Lagos de Moreno, que tampoco es cualquiera), en la que todo y nada sucede
porque sólo es temporal y el migrante arriba saturado de complejidades que
recogió a cada paso o en el lomo del vagón. Porque
uno se ancla en el camino y ya no tiene nombre, / se convierte en pies puros,
en materia / de puro caminar… asume el individuo, quien siempre se reconoce
ajeno y sin identidad hacia los sitios que va cruzando y lo reciben con indiferencia
u hostilidad.
La pertinencia de Sutra del vagón radica en lo oportuno
del tema y el discurso poético equilibrado con el que se escribió, pues Villalobos
enuncia, sin sentenciar, las adversidades que día con día se viven en los
exilios obligados, tanto en colectividad como en la intimidad de quien los
experimenta. Por eso hay que leer (y disfrutar) este libro.
Post data: Se puede seguir la huella de Román
Villalobos en sus poemarios Pequeña
ciudad eléctrica (2016), Si el mundo
no se acaba lo termino yo (2018), Final
del rey (2018) y john lurie: outside
forever (2018), además de otros libros colectivos y antologías en los que
aparece.
*Villalobos, Román (2019). Sutra del vagón. Universidad de Guadalajara, Centro Universitario
de los Lagos. Lagos de Moreno, Jalisco. 86 Pags. ISBN 978-607-547-611-7.
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