Querida Bero.
He venido para hablar
de un libro recién nacido, y como te has quedado en Chapala tendré qué contarte
cómo va todo.
Son
las diez de la mañana, una hora en la que la mayoría estará despachándose un desayuno
continental, trabajando en la oficina o jugando frontenis en la unidad
deportiva. Para los menos, y a esos me sumo gustoso, hace un clima que exige
leer poesía, con el inminente riesgo de mandar a volar las actividades de la
agenda de una vez por todas y abrir con libros el fin de semana.
Tengo
un problema, pues no quisiera caer en elogios desmedidos, como suele hacerse en
estos eventos, así que mantendré la cordura del presentador ecuánime, sobre todo
si La representación de un incendio
está escrito por varios amigos (algunos a quienes conoces también), formados
todos en las aulas del Centro Universitario de los Lagos: Azazel Herrejón,
Aarón Navarro, Juan Antonio Orozco, Paul Carrillo Collazo y Ada Martínez. Aquí
los tengo enfrente y creo que te mandan saludos con la mirada.
Hace
diez años salí de Lagos y el panorama de la poesía era incierto, pero ahora me
percato que el relevo generacional es latente gracias a trabajos como este, que
han sido impulsados desde el mismo centro universitario por la maestra Yamilé
Arrieta Rodríguez, jefe de la Unidad Editorial, y otros entusiastas académicos,
en la colección Libélula y otros espacios universitarios.
Aunque
a algunos de los autores los he escuchado leer y sigo su rastro a través de la
radio o de publicaciones periódicas, es halagador encontrarlos ahora en este
libro, que es un espontáneo arder en la palabra. Tú sabes, cuando se es joven
la poesía arde y, como los incendios, debe alzarse vertiginosamente, sin
miramientos, abrasando todo a su paso. No tiene tiempo de mimos ni puede ser
debilucha. Se ahogaría antes de elevar sus espirales. Por supuesto que hay
riesgos: las imprecisiones y arrebatos, los versos mal colocados y otras
sutilezas que sólo el oficio y la experiencia decantan. Pero mientras esos
sucede, el poeta joven debe consumirse como aquel poema de Dulce Mará Loynaz: ¡Que la muerte se parezca a esta muerte
candente de tus brazos!
En fin.
Te comento La representación de un incendio
brevemente. Se divide por autor sin establecer una línea temática, lo cual
debió ser complicado para la selección de textos. En Penitencia, Azazel Herrejón ofrece once poemas donde el individuo
enfrenta un mundo de hostilidades y despojos. No puede sostenerse, pues
proviene de un pasado empantanado y el presente es permanente angustia. Se es
culpable de la condición humana, pero sobre todo de interrogar a un mundo que
no le da más que una respuesta: el silencio. Sé que no debo intentar reparar nada dice en uno de sus versos y se
vuelca a la indefensión y la quietud. Cabe aclarar que a pesar del pesimismo
que encierra el conjunto, permanece un hilo de luz: la inteligencia ante el
dolor que se cauteriza con la palabra: Pero
no acaba la esperanza, pues el tecleo es el eco / es la voz de las añoranzas nuevas del pasado.
En Esto no es agua, Aarón Navarro
presenta un conjunto de poemas que tienen en la sociedad y la vida urbana su
abrevadero. Es un detective del absurdo y las contradicciones morales. Deberás
leer el poema que dice Ese hombre traía
una ciudad adentro, lo juro: es ensordecedor, digno de leerse una y otra
vez. Navarro pertenece a la tradición de poetas que desacralizan el lenguaje y
la memoria. Procura el humor negro y la ironía. Además (no quisiera decirlo
fuerte para evitar una etiqueta) a rato nos recuerda algunas huellas beats o de la literatura sucia, pero con
renovado trazo, lucidez y neologismos de este siglo.
Por
su parte, Juan Antonio Orozco dibuja en
Piromancia, al sujeto y al instante en medio de una urdimbre extraña. El origen y el destino son su búsqueda
y el momento de arder fundamental. En Orozco, las líneas del tiempo buscan un
antes y un después por más fugaz que sea el incendio. La próxima vez que nazca seré un campo de arroz, escribe La piromanía de Orozco parte de lo inasible
y violento, como la pólvora activa.
¿De
qué sirvió tu hierro
inmortal
si
no levanta vuelo?
Todos
somos asesinos
me
digo,
mientras
miro la leche
derramarse.
En Figuras en Hielo, Paul Carrillo
Collazo apuesta por la habilidad retórica como recurso poético. Despoja al
poema de sentimentalismo y lo convierte en un artefacto del lenguaje con
capacidad poliédrica, de manera que el lector se encuentre con varias caras y
múltiples aristas al mismo tiempo. Me agradan sus trampas. Quizá de ahí el
título del conjunto, que de por sí es una trampa. En Una liana en la ciudad y otros de sus poemas, el uso de la paradoja
permea y procura que cada obra sea no un poemínimo, son un ensayo mínimo,
utilizando recursos cotidianos como el tuit.
Pero en el imperio del intelecto también la sensibilidad (no sentimentalismo,
ya lo dije) tiene visa y Paul escribió un hermoso poema de amor, Abelardoyeloisándonos, que te leeré hoy
por la tarde a ver qué procede.
Finalmente, Ada Martínez cierra el libro con una Selección de poemas a manera de tríptico.
Su voz es moderada y no se perturba. Atiende la tradición del verso breve y
descriptivo, donde las atmósferas y las sensaciones son quienes se expandan. Es
testigo de la noche y del violento despertar de la penumbra. El individuo
habita una ciudad hostil y no hay defensa posible ante su amenaza permanente. Cierra
el libro con un poema perturbador que es al mismo tiempo una denuncia de género
y de derecho a la justicia:
El
rojo de sus menstruos,
el
de la sangre, el de la patria
que
no corría en su defensa,
Toda
obra poética joven es un descubrimiento y como cualquier descubrimiento, guarda
aún geografías por recorrer en las que se develarán novedades y asombros. De
estos cinco autores esperamos noticias y proyectos individuales en un corto
plazo. Ojalá el Centro Universitario de los Lagos siga apostando por la
publicación de poesía, un género menoscabado en la actualidad, pero necesario
para robustecer la defensa del individuo ante el ingobernable peso de la
vanalidad y la inmediatez colectivas. Te dejo por el momento, pues voy a
escuchar los poemas en voz de sus autores. Más tarde llevo el libro a casa y dejarás
que la poesía te incendie.
Besos.
Dante
Alejandro
*Herrejón, Navarro,
Orozco, Carrillo, Martínez (2017). La
representación de un incendio. Centro Universitario de los Lagos. Colección
Libélula.
Fotografía: Ale Coss.