Uno. En
tiempo de los romanos, los Idus de marzo eran fechas de buenos presagios en las
que convivían la observancia religiosa y el placer: o sea un soberano festín.
Sin embargo, en el año 44 a.c. se ennegreció el ambiente, pues el emperador
Julio Cesar fue linchado por una turba de senadores, a pesar de que había sido
advertido por un vidente con la célebre, lapidaria y supuesta frase “¡cuídate
de los Idus de marzo!”.
Dos. Dos mil
cincuenta y seis años después, Los Idus
de marzo regresaron en versión impresa y con presagios de luz para la
literatura, pues un colectivo de jóvenes en Lagos de Moreno, la mayoría estudiantes
y egresados de la licenciatura en Humanidades, decidieron lanzar una
publicación cuyo principio es la reflexión sobre la realidad mediante el uso de
la palabra. Como toda generación emergente, la falta de espacios para el
diálogo y la creación los movió a publicar su obra en una revista que a un año
de fundada tiene ya ocho números. El comité editorial que jala las riendas del
proyecto está conformado por Paúl Martínez, Nancy Cedillo, Paúl Carrillo,
Isabel Escobedo y Román Villalobos, así como dos que trés satélites con la misma energía literaria.
Tres.
Las páginas de Los Idus de marzo
tienen apertura a diversos géneros y artes, sin embargo, es la poesía quien se
corona e impera sobre los demás en una sección llamada Prístina, donde se han
alojado autores locales y de otras ciudades del país, la mayoría nacidos en las
décadas de los ochenta y los noventa. Algunos de sus colaboradores han sido Xel
Ha López Méndez, Diana Narváez, Rogelio Ornelas, Arehf Palacios, Elizabeth
Limón, Daniel Bencomo, Juan Caifán, Fátima Meza, Aleqs Garriogóz, Zaira R.
Gómez o Mónica I. Maltez, entre otros.
Cuatro. Sin
menoscabar otros proyectos, Los Idus de
marzo tienen hoy la voz dominante de la literatura que se construye desde Lagos
de Moreno, pero sin buscar efectos localistas. Por el contrario, se expanden
como la hiedra, mediante redes con autores en diversas regiones, una posición
crítica al status quo de nuestro país
y una aspiración a la rebeldía social. De ahí que hayan desprendido otros proyectos
como el colectivo Atentados poéticos,
desde el cual escriben y ofrecen lecturas en solidaridad con los estudiantes de
Ayotzinapa desaparecidos el año pasado. Como ellos mismos lo mencionan a manera
de postulado: “Construir en principio desde la lamentación, desde el
sonido, desde la palabra, es ya el comienzo de un nueva narrativa de lo diario.
La palabra tiene el poder de nombrar, revelar, crear y dar sentido a lo
incomprensible, esto no es algo que vengamos a descubrir, sino que simplemente
intentamos recordar”[1].
Cinco. Este
año es apenas una revelación de lo que estos jóvenes ofrecerán más adelante:
una palabra enérgica pero sin arrogancia, y una actitud sensible, pero sin
lloriqueos. Cuidado, pues, con Los Idus
de marzo, a quienes puedes encontrar también en las redes sociales y en https://losidusdemarzorevista.wordpress.com.
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