En los múltiples caminos recorridos por
Mariano Azuela, son cuatro sus estaciones capitales: Lagos de Moreno,
Guadalajara, El Paso y la Ciudad de México. La primera de ellas representó para
el novelista una estancia emocional de la que guardó sus mejores recuerdos. Ni
la fama literaria, ni el paso de los años pudieron arrancarle el fervor por la
tierra en la que descubrió la condición humana, fuente de inspiración para
algunas de sus novelas.
Azuela recuerda el barrio
donde creció, San Felipe, como “un casucherío ruinoso, entre largas hileras de
órganos y nopales”1. La modesta casa en la que nació estaba en la
actual calle de Hermión Larios, que describe así: “como quien va al Refugio, se
encuentran unas tapias de adobe prieto, prodigio y desafío de las más
elementales leyes de gravedad”2.
Su padre era dueño de una
tienda llamada “El tigre”, junto al hospital de San Felipe, que instaló gracias
a un préstamo de la familia. Con el éxito de la empresa pudo ahorrar y
construir una tienda mejor, “La Providencia”, en la placita de San Antonio, en
cuyas horas como dependiente, el niño Mariano fue testigo de las intrincadas
pasiones, novedades y argüendes locales, como la llegada del ferrocarril y las
fechorías de los bandoleros Bartolo Prieto y Ciriaco Isasi. En aquel entonces
pasaba por Lagos todo tipo de gente y la tienda, frente a la calle Real, era un
lugar perfecto para llevar y traer los pormenores sociales y políticos no sólo
de la localidad, sino de otras latitudes, pues reconoce Azuela que Lagos “tenía
cierto aspecto cosmopolita y abundaba la población flotante”3.
Ya en su juventud fue a
estudiar medicina a Guadalajara, donde coincidió con otros paisanos como José
Becerra. Dice Alfonso de Alba que ahí “viven la más franca actitud bohemia”4
y alternan el estudio con el placer de los libros, los cafés, los paseos a la
Alameda y la zarzuela.
A su regreso a Lagos instaló
un consultorio, el cual atendía al tiempo que frecuentaba a un grupo de
aficionados a la literatura, quienes se convirtieron más tarde en destacados
escritores y serían sus mejores amigos: Francisco González León, Antonio Moreno
Oviedo y José Becerra, entre otros. “Por las tardes, una vez terminadas
nuestras tareas profesionales, nos reuníamos en la botica de La Luz y de allí
en pequeño grupo salíamos a pasear por los aledaños del pueblo tan pintorescos
como callados y solitarios.”5 En ocasiones iban a las huertas, del
otro lado del río, y en otras subían la cuesta hacia el templo del Calvario o
al camposanto, donde más de una vez compartieron sus primicias literarias.
Aquella de 1900 fue una
década de esplendor, pues el grupo formalizó sus reuniones en la quinta de la
Luz, realizó los primeros juegos florales y publicó algunas revistas y tomos
literarios que hoy son tentación de los coleccionistas; además, animaron todo
tipo de eventos, como bailes, paseos, corridas de toros, debates políticos y
obras de caridad. Puede decirse que Azuela correspondió al fervor de su época
como un humanista, recorriendo las calles lo mismo para atender el llamado de
un enfermo terminal que para asistir a una comedia en el teatro.
El joven médico se llenó de
vida “hasta que llegó el vendaval revolucionario y nos arrebató como míseras
hojas”6. Ya en el exilio, instalado en la Ciudad de México y
consagrado como novelista, visitaría su tierra una y otra vez, pero llevando a
cuestas las ruinas de otros tiempos.
En relación a Lagos
escribió: “Lo amo, pero amo más la soledad, sobre todo esa soledad magnifica de
los grandes centros de población donde podemos perdernos como en un bosque
virgen, apurando la dicha inigualable de ser nadie”7. No es que
Azuela fuera un renegado, sino que, pasada la lucha armada, Lagos se hundió en
una depresión por la que nadie abogó, oscilando entre el silencio y la añoranza
de aquella belle epoque. Y no había
para qué volver.
1Azuela, Mariano (1960). “Autobiografía del
otro”. Obras completas. Tomo III.
Fondo de Cultura Económica. México. P. 1180.
2Ibídem.
3Azuela, Mariano (1960). “Autobiografía del
otro”. Obras completas. Tomo III.
Fondo de Cultura Económica. México. P. 1191.
4Alba, Alfonso de (1992). Antonio Moreno y Oviedo y la Generación de
1903. Segunda edición. Biblioteca de autores y temas laguenses. P. 147.
5Azuela, Mariano (1960). “Rafael de Alba”. Obras completas. Tomo III. Fondo de
Cultura Económica. México. P. 793.
6Azuela, Mariano (1960). “Cuestiones
literarias”. Obras completas. Tomo III.
Fondo de Cultura Económica. México. 1272 pp.
7Azuela, Mariano (1960). “El novelista y su
ambiente [II]”. Obras completas. Tomo
III. Fondo de Cultura Económica. México. P. 1128