31.1.06

Presentación de Púrpura

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De izquierda a derecha: Irma Esthela Guerra, Susana Rodríguez, Rocío Salas, Hugo René Ruiz Esparza y yo, el pasado 26 de enero

Por Susana Rodríguez de Alba

Me antepongo como pretexto dado, el mismo que el autor se permite, voy, vengo y me quedo con el buen sabor de boca que te deja el Púrpura cuando te cede como lector la oportunidad de adentrarte en la recóndita e incierta esencia de la poesía.
Fue una tarde de estas entre grises y lluviosas que Dante me invitó a presentar su libro, yo había hecho anteriormente análisis de textos y leía para mis adentros todo tipo de literatura que obviamente pasa por un proceso de análisis antes de la total asimilación, sin embargo presentar un libro, diseccionar un cuerpo con vida, que late, encontrar lo que lo hace único y atreverse a formular juicios sobre un estilo es un embarque arriesgado y emocionante.
Recibí Púrpura en mis manos y me dispuse a la manera en que Cristo nos enseña el perdón a leerlo setenta veces siete. Dante eligió para cada poema un teatro diferente, las imágenes que te evocan las palabras contenidas requieren de escenarios, personajes y diálogos muy distintos entre si. Aunque de fondo existe un hilo que los une, un estilo que se siente ya definido por el que su poesía transita sin problema alguno.
Antes de adentrarme en cada uno de los apartados en que Dante dividió su poemario me gustaría hacer algunas precisiones generales. El escritor parece adepto a esa simpleza que encierra complejidad, trae al papel elementos cotidianos que sólo descritos con la dulzura y delicadeza de un poeta pueden hacernos mover de nuestra silla y viajar. Dante ha estado en lugares que yo conozco, ha visto quizá a tu abuela sentada en el patio o será la novia de aquel, la de la boca enrojecida como ciruela, a la que se le antoja besar; finalmente puede ser todo lo contrario, el autor con su sensibilidad de artista ha vivido en estos escenarios que nos parecen familiares y propios y que al mismo tiempo no son nuestros porque están en el aire y sólo los elegidos pueden tocarlos y plasmarlos.
En algunos poemas existe un personaje omnipresente que esta sin estar, ve a los actores del poema como a través de una cámara de Gesell en la que sólo tiene oportunidad de observar y no de participar; en otros hay un ente principal que habla en primera persona y se involucra con los hechos narrados como el Señor Arquitecto pensé agitar mi mano desde la otra banqueta… puede ser el propio autor, quizá un intento por involucrar al lector… o será que Dante Alejandro busca con su poesía lectores machos a la manera en que Cortazar los exigió para sus textos.
Hay quien se pregunta para qué poetas, de qué sirven, con qué se comen… Dante lo dice: habita un cristal de húmedas palabras que Carmen llama poema. Agua que desborda, líquido que no se contiene aunque cierres las manos, humedad que toma la forma de quien la lee y vierte las imágenes que sean posibles.
En alguna ocasión, José Emilio Pacheco dijo que los textos dejan de ser propiedad del autor cuando se encuentran en manos del lector porque en ese momento, no sólo se establece una conexión cósmica entre ambos, sino que además el primero le transfiere la propiedad de las letras al segundo y con ellas en sus manos puede interpretarlas y sobre todo vibrarlas, en el proceso de creación queda cerrado el ciclo que le dio vida, en este caso particular a la poesía.
Una vez que leí el libro la primera vez tuve la necesidad de repasarlo un par de veces más, en silencio, en voz alta y repitiendo varias veces una sola línea… los paisajes del pueblo y la ciudad me hicieron llegar a la Gloria en un día de enero. En las líneas que escribe Dante se ve el trabajo que hay detrás de Púrpura y no me refiero solamente a los cambios que pudieron vivir los poemas que conforman esta publicación, sino más bien a la formación literaria que tiene ya el autor como base para permitirse sin estridencias romper los cánones establecidos del Me gustas cuando callas porque estas como ausente. Como poeta tiene ya su propio estilo, una forma de narrar. Hace uso de diferentes figuras retóricas sin excesos, es decir la medida de su poesía viene dada en los temas que aborda y la forma en que lo hace. Y con esto no pretendo decir que sus poemas sean cortos, superficiales o que no tengan el valor de desafiar a quien los lee, sino todo lo contrario… a eso me refería cuando hablaba de simplicidad compleja… sus poemas son una fusión equilibrada entre lo cotidiano y la mirada sensible del artista.
Púrpura se divide en Yendo, Quedando y Viniendo, un proceso que mezcla lo móvil, con lo inmóvil. Los poemas que están en la primera parte, Yendo, están en constante movimiento, los personajes principales son: el diablo, la sombra, una lámpara que cedió a las tinieblas, la soledad y los gatos. Un él, desde lo más profundo de su propio ser percibe a su alrededor elementos y circunstancias por los que transita y nos invita a recorrer. Hay muchos días grises, de lluvia, con luna, sin que por esto la expresión de los textos sea triste, suena más bien a quien reconoce, como los gatos, los elementos de la oscuridad sin necesidad de encender una luz. La apertura del ciclo comienza con un recorrido por los lugares comunes, Púrpura nos muestra sus preferencias, sus gustos, lo que la rodea.
Quedando, es un remanso de palabras e imágenes, la segunda parte comienza hablando de dos, aparece en la escena una segunda persona con la que el parlante manifiesto y omnipresente intercambia ideas, besos, caminos, negaciones. Lo mismo habla del amor apasionado en la hora del comercio, con dos cervezas y un tumulto de golpes cristalinos que del beso de amor que enciende los buenos días. Ambos son amor, cada uno en su versión. En esta segunda parte hay un poema que por demás me llamo la atención, se hace llamar Chata y tiene mucho que ver con el contexto al que nos remite el puro nombre. Mientras los demás poemas guardan un uso del lenguaje muy propio y te remiten a parajes “formales”, Chata te lleva a una fiesta donde se puede encontrar una chica adolescente, en una fiesta, con un atuendo multicolor y de la cual quien suscribe parece profundamente enamorado sin que ella siquiera lo sepa, haciendo esta referencia recordé el video de la canción Eres de Café Tacaba, sin que por esto quiera yo hacer una comparación. Pudiera seguir la descripción del poema, pero más vale que ustedes como yo se enganchen del texto y se permitan encontrar cuanta cantidad de imágenes les traiga a la cabeza.
Viniendo, es una serie de recuerdos constantes que se traen a la cabeza, la intención vuelve nuevamente al que parece ser el personaje de la primera parte y que al mismo tiempo no es el mismo haciendo referencia al concepto de devenir que tiene Heráclito de Éfeso cuando afirma que “no podemos bañarnos dos veces en el mismo río” porque el agua no es la misma y nosotros no somos los mismos. Viniendo, habla de festividades, tradiciones, Noche Buena, el Miércoles de Ceniza, un domingo 78 y un sábado que no se arrenda a séptimos días. Por una parte la tierra nos lapida y al mismo tiempo el reloj disimula que lo perpetúa todo.
Todos tuvimos una abuela, debo reconocer que a mi en lo particular estos poemas me hicieron recordar mucho a la mía (y no me refiero a la misma de la habla Paquita La del Barrio) me refiero a mi abuela, la vieja que en muchos casos llega a ser el alma de la casa porque su presencia es más que un físico hecho pasita.
Esto es el libro de Dante, esto es lo que yo pude vibrar con Púrpura. Existen argumentos alternos a estos que yo les acabo de comentar, míos y de aquellos que han tenido la oportunidad de leer este texto. En general el contenido del libro me parece que tiene una calidad muy aceptable, habrá cosas que quizá Dante para este momento sienta que están superadas, sin embargo creo yo que es un poemario bien logrado y que además las publicaciones permiten a los escritores un sinnúmero de sensaciones y experiencias que sólo a través de estas actividades pueden lograrse y que de las artes, la literatura es de las que lo permite con mayor claridad. Felicidades Dante, muchas gracias por invitarme a presentar tu libro y espero que mis juicios hayan sido reflejo de lo que tu poesía logro hacer con mi alma al momento en que leía sus líneas.

23.1.06

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Este jueves, se presenta Púrpura en Lagos de Moreno. A ver si se dan una vuelta y, de paso, se llevan el poemario.
También los espero en la mesa redonda que se llevará a cabo con motivo del primer aniversario de Mientras pasa la Tarde, que dirige José Miguel Becerra, el viernes a las ocho de la noche, también en Casa Serrano.

13.1.06

alas

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Entre el paladar y la sangre
beso mártir
vas descombrando mis latitudes:

pulsos de amor
trozos de vida
alas de muerte.

6.1.06

temblor

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Hay días en los que el viento no responde
Se aquieta en las cuencas del patio
en el follaje
puede anidar, si quiere, como un tordo
como un desvencijado lenguaraz
que me duele desde hace tiempo

El viento tiene unos ojos de miedo
y un lagrimal dispuesto para nosotros, los caídos
los de la media luz y el temblor sin sentido

Hay días, como hoy, para guardarme
y esperar un relámpago
algún escalofrío con el cuál sacudir esta penumbra
si este viento no deja de mirar así.

5.1.06

Bebe

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Pensé que el 2005 terminaría sin algún grato añadido a mi gusto musical, pero este planeta redondo y gordote siempre tiene buenas nuevas. Pafuera telarañas, disco de Bebe, es mi mejor encuentro de esta temporada.

La escuché por vez primera en una emisora de Salamanca y me llamó la atención su voz agridulce y la letra descalza de sus canciones. Fue Bertha Alicia quien me comentó entonces el éxito que tiene actualmente en España. Bebe nació en valencia. Inició su carrera en un grupo de nombre Vanagloria y, posteriormente, en los círculos de cantautores solitarios. Pafuera telarañas es su primer disco, una fusión de flamenco, sonidos latinos y reggae, en el que involucra a otros músicos ibéricos en plenitud, como Tontxu y Luis Pastor.

Cuando alguien se lo propone puede hacer del pop algo bueno. Yo creo que Bebe es uno de esos casos. Como los olivos, la más vital de sus piezas, es una especie de rumba feliz, con guitarra, metales y scratch, que dice

sobre las caderas se mueve mi falda

con el tintineo de tu risa y tu jaleo,

y al volver la noche me tendrás mimada

bajo una luna de cenizas plateadas.

Hay otros temas recomendables de esta mujer -a veces dolorida y otras partidaria de la denuncia social- como el difundido Malo, Men señará (sic) o Revolvió. Buen inicio de año.