11.6.18

Fernando González Gortázar en Chapala

González Gortázar. Fotografía: El País

En el año 2013 la Universidad de Guadalajara distinguió a Fernando González Gortázar (Guadalajara, 1942) como Doctor Honoris Causa. Simultáneamente, la exposición Resumen del fuego, en el Museo de las Artes, signó el regreso a casa del reconocido arquitecto y escultor tapatío, quien, entre otras distinciones, ha sido también Premio Nacional de las Artes y se ha formado como un diletante en su andar cosmopolita.
Desde temprana edad, FGG gozó de Chapala, gracias a las temporadas que su familia pasaba con fines de descanso, y fue ahí donde realizó un par de obras de relevancia para su carrera.
La Cristianía. Fotografía: TripAdvisor
El acceso al parque es rotundo y se eleva con la violencia de un tejado que engulle a los usuarios hacia el interior. Los pilares de la fachada se coronan con un penacho de plantas de ornato, en remembranza a las macetas y enredaderas colgantes de algunos patios y viviendas de la región, donde los helechos y flores de temporada son parte del paisaje doméstico y urbano. Hoy están descuidados, quizá por lo poco funcional de su mantenimiento.
Si desde el cielo la zona de asadores es una siembra de frágiles tréboles, a ras de suelo, la masividad de la piedra emerge con fiera voluntad entre las áreas verdes, y sostiene trabes de concreto sobre las que descansan tejados que dan resguardo a los paseantes. Por su parte, los pilares de piedra labrada rompen con la horizontalidad y son, a la vez, prácticos asadores para el convivio dominical.
La naturaleza y la arquitectura se intersectan una y otra vez en las ondulaciones de las áreas verdes y rematan en la horizontalidad de la laguna, al fondo del parque, tras el follaje de los árboles y el canto de decenas de especies de aves.
            Para quien visita Chapala, el Parque de la Cristianía es un referente urbano que constituye un acertado esfuerzo de la arquitectura mexicana por dotarse de identidad sin los preceptos internacionales, más bien con los recursos de la arquitectura vernácula y su relación con el paisaje y las costumbres locales. Es un espacio de utilidad permanente que durante el día se llena de paseantes, deportistas y familias. Esa utilidad tan anhelada ahora que se construyen elefantes blancos por doquier en los espacios públicos de nuestras ciudades.
Casa Salcido
Otra obra que vale la pena destacar es la Casa Salcido, construida diez años antes (en 1971) y ubicada sobre la calle Hidalgo, a unos pasos del parque La Milagrosa, donde FGG se vuelca a un funcionalismo íntimo, doméstico, que no aspira sino a retraerse tras los muros de una quinta infranqueable. De ella refiere Raquel Tibol lo siguiente:

…sólo puede calificarse de euforia verbal, o fruto de una imaginación exaltada que logra ver cómo tres                paredes se entregan al amor sexual… donde dos muros exteriores se encuentran haciendo un ángulo                  de 90 grados, [Manuel] Larrosa ve una “intersección erótica, anuncio de bellezas interiores”.[1]

FGG es de los hombres renacentistas que la sociedad posmoderna tiende a suprimir en beneficio de una producción meramente técnica. Apuesta por el humanismo y la memoria, como lo señala él mismo en la siguiente cita: “la ciudad, como la arquitectura, también debe expresar la verdad y el autorretrato, que en este caso es colectivo. La ciudad debe ser la suma de las épocas por las que ha pasado, y la suma de los grupos que la han construido”[2]. Con esa congruencia, González Gortázar ha levantado su obra y el significativo legado que deja en Chapala.




[1] Tibol, Raquel. “Manuel Larrosa sobre Fernando González Gortazar”, en Revista Proceso. Vista el 10 de junio de 2018. http://www.proceso.com.mx/180223/manuel-larrosa-sobre-fernando-gonzalez-gortazar

[2] González Gortázar, Fernando (2014). Arquitectura, pensamiento y creación. Fondo de Cultura Económica y UNAM. México, D.F. Pag. 157.

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