Nuesta Señora, Refugio de Pecadores (1841), Obra de Mariano Borja,
Saint Ignatius Church, San Francisco, California.
(Fotografía: Wikipedia)
La sociedad mexicana del siglo XIX, en su
búsqueda de una identidad como nación floreciente, recibió con entusiasmo los
paradigmas del academicismo europeo y encontró en la Academia de San Carlos la
institución que estableció los lineamientos que arquitectos y artistas debían
diseminar por todo el territorio nacional. De ahí emergieron los maestros que formaron
a los más importantes artistas de su época, especialmente en la capital y en centros
urbanos como Guadalajara, Guanajuato, Morelia y Puebla.
Con su incipiente
desarrollo, Lagos de Moreno no fue la excepción y dotó al país de pintores que
(si bien son poco conocidos) colaboraron en la formación de un lenguaje
plástico en Jalisco y en el Bajío guanajuatense.
Un precursor de la
plástica local en el siglo XIX es Mariano Borja, pintor nacido antes de la
independencia en León, Guanajuato, quien probablemente pasó temporadas en
Lagos, pues algunos de sus clientes fueron vecinos de esta ciudad. Se convirtió
en un retratista de trascendencia que aún espera estudios particulares sobre su
vida y obra. De acuerdo con el coleccionista Carlos Navarro, Borja fue
discípulo de José María Uriarte, quien retratara algunos personajes relevantes
del naciente país mexicano y tuvo fama en Guadalajara. Aunque a Borja se le
asocia al movimiento neoclásico, el mismo Navarro lo señala como un “pintor
gótico”[1],
influido por el romanticismo europeo, al grado que le atribuye influencias del
reconocido retratista francés Dominique Ingres. Destacan sus retratos de los
religiosos laguenses Francisco del Refugio Garciadiego (1838) o Ignacio Mateo Guerra
(1838), así como de Mariano Torres y Anaya (1838), personajes capitales de la
cultura local de esa época. En arte sacro realizó varias imágenes marianas.
Mariano Torres y Anaya (1838), obra de Mariano Borja,
Óleo sobre tela 45.5 x 61.5 cms.
Colección de Carlos Navarro.
Otro pintor digno de
mencionarse es Ignacio Gómez Portugal. Él vivió en la segunda mitad del siglo
XIX y es a quien se le atribuye el diseño del Templo del Calvario y planos
sobre la actual parroquia de la Luz. Carlos Navarro le llama “arquitecto,
escultor y pintor”, aunque no existen referencias de escultura o no se han
encontrado. Realizó dos vistas panorámicas de Lagos y una de la Plazuela de La
Merced (1890). Son conocidos sus retratos de personajes laguenses como el fabulista
José Rosas Moreno, Miguel Leandro Guerra, Juan Pablo Anaya y Pedro Moreno.
Además, fue catedrático de dibujo en el Liceo del Padre Guerra y pintor de
cabecera de Agustín Rivera, amigo muy cercano a quien le realizó diversos
cuadros por encargo.
D Mariano Leal y Zavaleta, Óleo de José del Refugio Díaz del Castillo.
Coleción particular de Mariano González Leal.
(Fotografía de Rafael Doniz).
José del Refugio Díaz
del Castillo y Moreno nació en Lagos en 1830. En 1865 participó en la
Exposición de Bellas Artes de Guadalajara con la obra “El último pedazo de pan”,
la cual fue recibida con beneplácito por la academia, aun cuando el autor se
reconocía autodidacta. En 1867 fue a radicar a León con su esposa Mariana Gómez
de Portugal, donde se asoció con el pintor guanajuatense Juan Nepomuceno
Herrera, de quien tomó enseñanzas para madurar su oficio y abrir su propia
cartera de clientes. Entre las piezas que realizó destacan los retratos de sus
padres Juan de Dios Díaz del Castillo y González de San Román y Juana Moreno
Gamiño, así como de su hijo José Díaz del Castillo y Gómez Portugal y del padre
Miguel Colmenero. Fue autor de algunas obras de arte sacro en Lagos y en la
iglesia del Oratorio de León Guanajuato. Falleció en su casa de León “número 4
de la calle del Oratorio, a las 3:33 a.m. el 30 de mayo de 1895”[2],
dejando una estirpe de artistas que enseguida menciono.
La primera de ellos
es Mariana Gómez de Portugal, quien en 1849 se casó con Díaz del Castillo. También
nació en Lagos y fue miniaturista. Participó en exposiciones municipales de
León, Guanajuato, ciudad en la que habitó hasta su muerte. Su obra ocupó los
muros de casas leonesas por muchos años y hoy se encuentra dispersa en colecciones
particulares del Bajío y en el catálogo del Museo Nacional de Historia.
José Díaz del
Castillo y Gómez Portugal, hijo de los dos anteriores, nació en Lagos en 1868
(según Carlos Navarro, aunque sus padres ya vivían entonces en León). Fue
discípulo del maestro Juan Nepomuceno Herrera y tuvo influencia de gran
retratista Hermenegildo Bustos. Falleció en León en 1962, dejando retratos que
cruzaron diferentes corrientes durante la primera mitad del siglo XX.
Finalmente, María
Díaz del Castillo y Gómez Portugal, también hija de Refugio Castillo y Mariana
Gómez de Portugal, quien nació en Lagos en 1871 y falleció, soltera, en 1973, a
la edad de 102 años en León, Guanajuato. Fue miniaturista al igual que su
madre.
En el año 2016, el
Museo de la Ciudad de León abrió una sala dedicada a la pintura de ese
municipio vecino, motivo por el cual el cronista Mariano González-Leal escribió
una nota en la que hace alusión a la trascendencia de algunos de los laguenses
arriba señalados. Ojalá se recupere y registre su obra y la de otros pintores aún
desconocidos, pues con los años, el deterioro,
el desconocimiento del patrimonio artístico, el mercado negro y otros
factores, gran parte de nuestro acervo cultural se ha extraviado lamentablemente.
[1]
Navarro, Carlos (2003). El retrato en
Jalisco. Taller de joyería C.N. Guadalajara, Jalisco. 572 p.p.