El pasado sábado 15 de enero se presentó el poemario Réquiem desde el vacío en el foro de La Rueda Cartonera (Díaz de León 562), un nuevo espacio para la difusión del arte y la literatura que comandan Lorena Baker y Fernando Zaragoza. El siguiente es un comentario que escribí para la contraportada de esta obra, cuyo trabajo de diseño es de Sabrina Buenrostro.
Este nuevo poemario de Arturo Accio, Réquiem desde el vacío, no tiene postulados, pues parte de una poesía a la deriva, enfrentada a los miedos y tragedias del sujeto que la enuncia. En la ciudad aparentemente serena se esconden infinitos mundos, y en ellos permanece la gran tragedia humana, disfrazada por relaciones que intentan en vano suavizarse o volverse nihilistas.
El sujeto de la poesía no es la voz interior. Se trata de múltiples personajes que habitan la ciudad y exponen sus conflictos, placeres y enfermedades. Cada uno es Accio y Accio es el enunciante de cada uno. Se convierte en el escribiente que los toma al tiempo que ellos se esfuman. Parafraseando a Octavio Paz, “son reales y se disipan”. Lo que no puede asirse termina desmoronándose en manos del sujeto mismo.
Este libro es, entonces, la perspectiva del que cae, del que no tiene esperanza o simula tenerla. Algunos versos lo enuncian: “Mis héroes se han hecho fantasmas” o “algo siempre continúa rumbo al piso”. Se trata de relaciones a medias, amores insatisfechos, suicidio o indiferencia ante lo incontrolable. Se escriben, como lo dice el título, desde el vacío.
Accio reivindica la poesía conversada, a manera de monólogo, en voz de un peatón común, de un vampiro urbano, del hombre que busca amor, y del noctámbulo destinado al fracaso. Se trata del humano violentado por una sociedad audiovisual y un monstruo mediático; en sus relaciones reconoce su pequeñez y vive a la deriva. Se trata, pues, de un libro en el que habita el individuo en constante caída ante el mundo posmoderno.
El sujeto de la poesía no es la voz interior. Se trata de múltiples personajes que habitan la ciudad y exponen sus conflictos, placeres y enfermedades. Cada uno es Accio y Accio es el enunciante de cada uno. Se convierte en el escribiente que los toma al tiempo que ellos se esfuman. Parafraseando a Octavio Paz, “son reales y se disipan”. Lo que no puede asirse termina desmoronándose en manos del sujeto mismo.
Este libro es, entonces, la perspectiva del que cae, del que no tiene esperanza o simula tenerla. Algunos versos lo enuncian: “Mis héroes se han hecho fantasmas” o “algo siempre continúa rumbo al piso”. Se trata de relaciones a medias, amores insatisfechos, suicidio o indiferencia ante lo incontrolable. Se escriben, como lo dice el título, desde el vacío.
Accio reivindica la poesía conversada, a manera de monólogo, en voz de un peatón común, de un vampiro urbano, del hombre que busca amor, y del noctámbulo destinado al fracaso. Se trata del humano violentado por una sociedad audiovisual y un monstruo mediático; en sus relaciones reconoce su pequeñez y vive a la deriva. Se trata, pues, de un libro en el que habita el individuo en constante caída ante el mundo posmoderno.
Accio, Arturo. Réquiem desde el vacío. Eugénesis Publicaciones. Guadalajara. 2010. ISBN 978-607-9049-317. 120 p.p.
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