Álvaro Enrigue, uno de los escritores mexicanos de mayor proyección en nuestros días, publicó este año la novela Vidas perpendiculares, en la que el personaje central es Jerónimo, un niño que recuerda sus vidas pasadas. La novela plantea un entorno conservador que no “entiende” a Jerónimo, por ello procuró a Lagos de Moreno como escenario. “Yo creo que si vas a escribir un libro sobre doble moral, debería empezar en Lagos de Moreno siempre. Es la cuna de la doble moral mexicana", declaró hace unos días a El informador.
Esta aseveración de Enrigue es penosa y habrá de encender a muchos laguenses iracundos, pero es certera y viene al caso ahora que circula en internet una cadena anónima en power point, atacando al doctor Roberto Castelán Rueda, rector del Centro Universitario de los Lagos, a quien se le señala de promover el vicio y actividades “inmorales”. A mi cuenta ha llegado por lo menos de diez contactos.
Habrá quien considere esta carta como una defensa al doctor Castelán. La escribo más bien como una defensa a la inteligencia de los laguenses, a sabiendas que no todo en esta noble tierra es fundamentalismo, doble moralidad, cerrazón, sinarquismo y “buenas conductas”.
Todo el escándalo se debe a una breve escena en el pasado Congreso Nacional de Contracultura, cuando Rocío Boliver, La congelada de uva, exhibió y manipuló sus genitales durante un performance en Casa Serrano. No puedo emitir un juicio en relación al performance, ya que no estuve presente, aunque considero que debió celebrarse en otro sitio, debido a la presencia de los “sensibles” que nunca faltan y que llegaron y permanecieron por voluntad propia. También creo que el Congreso de Contracultura debe reestructurarse, pues en los últimos años ha venido a menos y requiere la participación de voces alternativas a las que hasta hoy se han presentado.
He visto a La congelada de uva un par de ocasiones, una de ellas en la célebre noche del Bar Lagos. Seré franco: no me espanta pero tampoco es de mi completo agrado. Es uno de esos personajes controversiales a quienes será necesario interpretar con paciencia. Lo que no saben quienes emitieron el famoso power point es que le acaban de dar la razón. Ella pretendía atizarles la lumbre. Ingenuos.
La congelada se ha convertido sólo en un pretexto para linchar a Roberto Castelán Rueda (quien se ha destacado por promover actividades de extensión en la localidad, con eventos como el Seminario Internacional de Verano o el Otoño Cultural, en las que participan artistas, investigadores y académicos del estado y del país), cuyos detractores abundan, sobre todo en los salones del ayuntamiento y en grupos de ultraderecha. Es también un pretexto para encender el encono añejo entre un ala de la sociedad laguense y la Universidad de Guadalajara. La foto de La congelada va y viene por todo Lagos bajo la consigna de imagen pornográfica, generando “doctas” opiniones sobre la cultura, la pornografía y el quehacer de las instituciones públicas. Me parece extraño que todo mundo califique un evento artístico y que durante todo el año (o todos los años de su vida) no haya hecho una mínima reflexión, una reseña o un comentario acerca de una conferencia, una presentación editorial, una exposición plástica o una puesta en escena. Nadie comenta un libro o debate sobre las políticas públicas. Eso sí, todos somos una eminencia en box y futbol.
A esto hay qué añadir las arrebatadas opiniones del diputado local, del propio Castelán y del presidente municipal, en un enfrentamiento que parece no tener fin.
A esta discusión se han sumado también grupos intolerantes de la derecha que se levantan como portadores de la decencia y las “buenas costumbres”, emitiendo juicios y colgando mantas denostando al rector, cuando sabemos de qué madera estamos hechos los laguenses: personajes públicos o anónimos y “claros varones” que todos los fines de semana nos emborrachamos; algunos son generosamente corruptos y los domingos se santiguan en la parroquia del Refugio; otros le ponen el cuerno a su mujer (y visceversa); algunos son fieles al Flamingos o al Villa de Lobos; a otros les gustan las chicas malas de El troquero; hay también señoras decentes que engatusan muchachitos; otros establecen su antro con lo que les proporciona la administración pública; tambien hay matones, abusadores, drogos, tahúres, prostitutas, cleptómanos, lascivos, extorsionadores, pendencieros y exhibicionistas. Y conste que no estoy señalando a alguien en especial. Esta es una práctica común desde que llegaron los primeros españoles a esta tierra: una gavilla de personajes con reputación tambaleante, esclavistas y amancebados con indias tlaxcaltecas.
Quien debe preocuparnos no es una performancera que expone su concepto del sexo, sino aquellos que lo cubren de tul y por la noche le dan alas negras, aquellos que arrojan la piedra y esconden la mano. Quienes comulgan y a la vuelta sacan el mazo.
Afortunadamente, Lagos de Moreno es también una ciudad de limpias conciencias y personajes respetables. El contexto oscuro es materia para que se cultiven los librepensadores. Ante esa inercia conservadora debieron resistirse Pedro Moreno, Agustín Rivera, Mariano Azuela o Manuel González Serrano. Hoy, gente como Álvaro Delgado, es digna de reconocimiento.
Este texto no lo escribo, como se pensará, enconado, sino con una profunda tristeza, al percatarme que en Lagos de Moreno los debates no tienen la palestra del diálogo y la inteligencia; circulan a base de cadenitas anónimas y chisme de lavadero. De oscurantismo, pues. El mensaje chantajista de los ejércitos morales, ese sentimentalismo aprendido en las aulas de Televisa y Provida, puede ser abatido con la educación, el conocimiento y el uso del intelecto. Mientras eso no suceda, Lagos seguirá, como lo sabe Álvaro Enrigue, en un hoyo de doble moral.
Ya lo comenté arriba. Quien debe estar dichosa es La congelada de uva, pues obtuvo su propósito: hacer encabritar a más de un “decente”.