Hace días fui invitado a participar en la presentación de Estudios laguenses, junto con Alfredo Moreno González, Mario Gómez Mata (quien lamentablemente no pudo acompañarnos por encontrarse convaleciente) y el autor del libro, Sergio López Mena, cuyo trabajo profesional se ha desarrollado en dos vertientes: la literatura y Lagos de Moreno.
Sobre este último tema ha escrito Lagos de Moreno; visto y oído, Luz y gallardía de Lagos de Moreno y Diccionario laguense de hombres y mujeres ilustres, entre otros títulos. También ha reeditado a autores locales como José Rosas Moreno y Francisco González León. Durante los años ochenta publicó la única revista de difusión cultural que existía entonces en la ciudad, me refiero a Alteña, en la que llegaron a colaborar a Eusebio Ruvalcaba, Vicente Quitarte, Ricardo Orozco Castellanos y Elena Poniatowska.
Estudios laguenses es una recopilación de dieciocho artículos y conferencias publicados con anterioridad en periódicos y revistas. Su lectura no requiere un compromiso intelectual para el lector. Se trata de una miscelánea que recorre la historia de la ciudad sin recurrir a órdenes temáticos y acontece, manteniendo un rigor académico, al margen de la pretensión científica. Es, pues, un libro dispuesto a cualquiera.
Suma temas diversos: las primeras descripciones de la Villa de Santa María de los Lagos; apuntes biográficos de personajes como Antonio Gómez Anda o Manuel González Serrano; referencias a personas aún desconocidas (o sepultadas), como Macedonio Ayala, Patricio Arellano o Soledad Orozco Ávila; así como asuntos evitados por un temeroso grueso de laguenses, como la Reforma Agraria, el quehacer cultural actual o la esclavitud durante el virreinato.
El libro concluye con un recuerdo del movimiento político impulsado en 1979 por jóvenes profesionistas de niveles socioeconómicos medio y bajo, a fin de desterrar el cacicazgo como status quo. Este cierre no es casual, como señaló el propio López Mena, es un guiño para que la sociedad laguense asuma una deuda: la de reconocerse y enfrentar su actual circunstancia social, cultural y política, así como las relaciones de convivencia en las que subyace. Además, deja un renglón en blanco para que el estudioso de la ciudad apechugue en temas aún vírgenes.
Como es tradición, no hubo en el público un solo personaje de la clase gobernante en el municipio. Quienes deben atender con interés estas actividades son los menos apersonados. Eso sí, cuando se trata de futbol, de política barata o de guarapeta, aparecen en caravana. Y no es asunto privativo de Lagos. Seguramente sucede lo mismo en muchas ciudades del país. Presidentes, regidores y funcionarios son analistas prolíficos de futbol y saben de memoria la alineación de cada equipo, pero cuando hay qué zambullirse en la identidad del sitio que gobiernan son incapaces de nadar o flotan de soslayo, de ahí que se siga gobernando bajo métodos de absoluta ocurrencia o hagan de su labor un corcovo. Textos como el de López Mena son ajenos a ellos. Es más, dudo que algunos abran, al menos por accidente, un libro.
Para el laguense común, quien aboga por levantar la casa chica, Estudios laguenses será un libro enriquecedor y, ojalá, trascendente.
Sobre este último tema ha escrito Lagos de Moreno; visto y oído, Luz y gallardía de Lagos de Moreno y Diccionario laguense de hombres y mujeres ilustres, entre otros títulos. También ha reeditado a autores locales como José Rosas Moreno y Francisco González León. Durante los años ochenta publicó la única revista de difusión cultural que existía entonces en la ciudad, me refiero a Alteña, en la que llegaron a colaborar a Eusebio Ruvalcaba, Vicente Quitarte, Ricardo Orozco Castellanos y Elena Poniatowska.
Estudios laguenses es una recopilación de dieciocho artículos y conferencias publicados con anterioridad en periódicos y revistas. Su lectura no requiere un compromiso intelectual para el lector. Se trata de una miscelánea que recorre la historia de la ciudad sin recurrir a órdenes temáticos y acontece, manteniendo un rigor académico, al margen de la pretensión científica. Es, pues, un libro dispuesto a cualquiera.
Suma temas diversos: las primeras descripciones de la Villa de Santa María de los Lagos; apuntes biográficos de personajes como Antonio Gómez Anda o Manuel González Serrano; referencias a personas aún desconocidas (o sepultadas), como Macedonio Ayala, Patricio Arellano o Soledad Orozco Ávila; así como asuntos evitados por un temeroso grueso de laguenses, como la Reforma Agraria, el quehacer cultural actual o la esclavitud durante el virreinato.
El libro concluye con un recuerdo del movimiento político impulsado en 1979 por jóvenes profesionistas de niveles socioeconómicos medio y bajo, a fin de desterrar el cacicazgo como status quo. Este cierre no es casual, como señaló el propio López Mena, es un guiño para que la sociedad laguense asuma una deuda: la de reconocerse y enfrentar su actual circunstancia social, cultural y política, así como las relaciones de convivencia en las que subyace. Además, deja un renglón en blanco para que el estudioso de la ciudad apechugue en temas aún vírgenes.
Como es tradición, no hubo en el público un solo personaje de la clase gobernante en el municipio. Quienes deben atender con interés estas actividades son los menos apersonados. Eso sí, cuando se trata de futbol, de política barata o de guarapeta, aparecen en caravana. Y no es asunto privativo de Lagos. Seguramente sucede lo mismo en muchas ciudades del país. Presidentes, regidores y funcionarios son analistas prolíficos de futbol y saben de memoria la alineación de cada equipo, pero cuando hay qué zambullirse en la identidad del sitio que gobiernan son incapaces de nadar o flotan de soslayo, de ahí que se siga gobernando bajo métodos de absoluta ocurrencia o hagan de su labor un corcovo. Textos como el de López Mena son ajenos a ellos. Es más, dudo que algunos abran, al menos por accidente, un libro.
Para el laguense común, quien aboga por levantar la casa chica, Estudios laguenses será un libro enriquecedor y, ojalá, trascendente.
*Estudios Laguenses, Sergio López Mena, Editorial Praxis, México, 2007.
Eso pasa tambien en mi pueblo
ResponderBorrarQue tal Dante, quisiera saber donde puedo conseguir ese libro, me gusto lo que dices que viene dentro del mismo?
ResponderBorrarGracias!
Blackeagle: en lagos creo que sólo en la Casa de la Lujuria... perdón, de la Cultura. Gracias por tus comentarios!
ResponderBorrarAhh u.u no me enteré de la presentación, me habría gustado ir... Es alentador saber que hay artistas que se preocupan por elevar el nivel cultural de Lagos, a pesar de ni siquiera recibir apoyo de este asco de gobierno.
ResponderBorrarBuscaré el libro.
Ah! y el tuyo para cuando?
Y otra cosa! ve apartando fecha, el 7 de diciembre... ojalá puedas venir a una presentación en casa serrano en la que participaré =)
Jeje... hasta siempre!
Andale!! o sea que estas por sacar libro, eso si es interesante, no dejes de avisar.
ResponderBorrarTe recomiendo que en cuanto se pueda veas la de María Antonieta, no te arrepentiras!!
Gracias por la visita!! Da gusto ver comentarios!
mmmm lei este libro y la verdad no me parece atractivo es una basura aparte en esa ciudad de lagos son muy incultos-----
ResponderBorrarHola, pasaba por aqui y lei esto, no soy muy apegado a uso de bloggers o estas cosas pero pense en dejar una humilde opinión; primero lanzarte una felicitación por tu esfuerzo mucho o poco bueno o malo, eso no importa lo importante es que existe, y segundo a razón del comentario del amigo que refiere la problematica de la no-cultura laguense, que tiene razón en el comentario, somos muy incultos PERO el caso es ¿que hacemos para evitar eso? no es valido decir las carencias sino trabajar en la causa para erradicar eso, es triste ver que andamos mal en todo desde nosotros hasta nosotros, pero es mas triste que en vez de nadar contra la corriente dejarse llevar por ella, creo firmemente que existe gente con capacidad para igualar un Rosas Moreno un Apolonio Moreno porque de verdad los hay, más solo se preocupan en un circulo vicioso de protagonismo, eso aunado a la desinformación cultural y el poco apoyo de culquier tipo da como resultado una baja o nula apreciación del arte, yo pienso que no se tiene que reincidir en cosas ya pasadas sino crear, ser creadores de nuevas materias de nuevos textos, exponerlos y aparte apoyar a la gente a que tenga comprensión de lo expuesto, tenemos que "venderle" la idea a la juventud, Lagos ya no es viejo, estamos en una nueva etapa hay mucha juventud y lo malo es que estan tomando una cultura "norteñita" cholos aquí cholos allá camionetas que hacen bum bum y borrachos matandose los domingos por la noche, alguíen me comento que Lagos de Moreno se llamaba así por que en la calzada estaba Pedro Moreno, pongamonos a pensar un poco, debemos de tratar con gente nueva meternos por donde se pueda y ser atractivos para lograr una nueva cultura, no creen así? hablales de una obra de teatro y tienes una asistencia de 70/300 gentes, hablales de una tamboreada y tendras asistencia de 300/cupo cuando Lagos fue de bandas duranguenses la unica que conocí fue la de la laguna y daba pena, pienso que como Laguenses que somos debemos sentir orgullo de lo verdaderamente nuestro, valorar nuestras raices y llevar a honra el lugar donde vivimos.
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