6.8.07

Juegos Florales Lagos

Ayer por la mañana recibí un correo electrónico. Además del saludo y de un breve mensaje contenía, en archivo adjunto, un poema. Hace quince años no hubiera imaginado leer poemas en la red. Entonces recurríamos a las revistas impresas y a los periódicos para enterarnos de lo que se cocinaba en el gourmet literario de otras latitudes. Hoy se establecen vínculos distintos, se disemina la literatura y puede ser consultada cualquier obra en cualesquier idioma. El Internet es la vía inmediata para difundir una idea, un sueño o un indefenso lamento.
Por ejemplo, la convocatoria de este certamen tuvo como palomas mensajeras a infinidad de cibernautas que la reenviaron de un sitio a otro. Es esta la noble faena de la tecnología y la verdadera globalización, no aquella que los poderes económicos intentan establecer desde un fondo monetario de desmedido fondo.
Grupos e individuos trabajan en defensa de la palabra. Hay páginas dedicadas a autores, archivos documentales, archivos de audio, videos, muestras colectivas, radio en vivo, videoconferencias, videoblogs y hasta modestos blogs o bitácoras. Igualmente podemos saber sobre un escritor danés de veinte años que recurrir a los clásicos o a las obras prohibidas. En esta urdimbre circulan, por supuesto, también dudosas calidades y otras en absoluto nefastas con las cuales hay qué tener cuidado.
Yolanda Castaño es una poeta de treinta años que vive en Galicia. En segundos podemos ir a su página web, leer su poesía en gallego o en castellano, contactarnos y charlar con ella. Lo que ahora haré es uno de los prodigios de la comunicación y de la palabra misma. En Galicia son las tres de la madrugada. Yolanda duerme, supongo. A nueve mil kilómetros, en un teatro donde ella nunca ha estado, alguien lee uno de sus poemas:

Dame un hogar y sanaré tus espaldas.
Tus labiales alabanzas las alabanzas únicas.
Así quiero que me cuentes cómo y cuánto me buscaste
y que así rememores todos los nombres de la ausencia,
de cuando éramos aún tan remotos cara a cara
y que queden sepultados bajo el cemento del olvido.
Y yo
hago una cueva para ti en el
vano de mi abrazo,
en la sima de mis brazos
en el régimen feudal del hueco de mi regazo.
La devoción enfermiza
que dormía en una caja pequeñita con un diagrama.
Y ahora la omnipresente resonancia de tu frente,
y la íntima estancia donde nadie es más que tú.
También tú en la viva esfera hiciste una ofrenda,
aquella sonora y álgida quietud de tu castillo.
Soy la Cristiana.
Hoy me decían que las cosas oscuras son cosas terribles.
Tacho las líneas, cierro los libros, tengo derecho a un ejército.
Deseo mecerlos, los nombres brutales que me dabas, mecerlos de nuevo.
Juntos dejamos caer nuestras diplomaturas con el mundo.

Cuándo callarán.
Mi nombre es Cristiana.

La palabra y la literatura deben fluir, despotricarse por el mundo, ya sea en los medios impresos, en los electrónicos y, por supuesto, en la voz misma, como acabamos de hacerlo con el texto de Yolanda Castaño. Solo hay qué señalar una cosa: ni el Internet ni otro medio podrán separarnos del amoroso libro y de su erótica bondad. El libro tiene alas y nosotros anhelamos el vuelo.
Hace unos meses, un grupo de jóvenes chilenos conmemoraron los setenta años del bombardeo alemán al pequeño poblado de Guernica, en España. Lanzaron desde un avión miles de poemas de paz que la gente recibió y leyó con emoción. Hoy estamos en este sitio por la palabra y a ella debemos tributo. Los trabajos de Claudia Barrera Gaxiola y de Carlos Augusto Tejeda han sido seleccionados como ganadores de estos juegos florales, así que yo debo callar para que este foro sea bombardeado de humanidad, como Guernica, de humanidad de Claudia y de Carlos Augusto, pues la palabra es el fundamento de lo humano. Les dejo este hermoso poema de Ernesto Cardenal, “Epitafio para Joaquín Pasos”, que popularizara hace tres décadas Joan Manuel Serrat:

Aquí pasaba a pie por estas calles, sin empleo ni puesto,
Y sin un peso.
Sólo poetas, putas y picados conocieron sus versos.
Nunca estuvo en el extranjero.
Estuvo preso.
Ahora está muerto.
No tiene ningún monumento.
Pero
Recordadle cuando tengáis puentes de concreto,
Grandes turbinas, tractores, plateados graneros,
Buenos gobiernos.
Porque él purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo
En el que un día se escribirán los tratados de comercio,
La Constitución, las cartas de amor, y los decretos.

3 comentarios:

  1. Yolanda Castaño es una mujer extraordinaria...!! qué felicidad que ya se esté dando a conocer acá... creo que ya venden su libro en México publicado por Visor, la verdad no he le preguntado si no sabe si ya está acá en venta... recibe un fuerte beso y abrazo! Por cierto, creo que mi sobrecito no alcanzó a llegar :(

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  2. Muchas gracias por darte el tiempo para entrar a mi blog y ademas poner un comentario.

    Espero no te haya molestado mi opinion sobre los juegos florales es solo que estaba algo molesto porque veo que se le da prioridad a gente de fuera.

    Pero igual el proximo año volvere a participar, no pierdo nada!!

    Saludos!!

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  3. No hay problema, solo creo que los laguenses debemos echarle kilos para ser más competitivos. Saludos!

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