Uy, recordando los viejos tiempos y al buen Rockdrigo, esta rolota de antología:
Calbalgo sobre sueños, innecesarios y rotos
prisionero iluso, de esta selva cotidiana.
Y como hoja seca, que vaga en el viento,
vuelo imaginario, sobre historias de concreto.
Navego en el mar, de las cosas exactas,
fui enclavado en momentos, de semanticas gastadas.
Y cual si fuera una nube, esculpida sobre el cielo,
dibujo insatisfecho, mis huellas sobre el invierno.
Ya que yo, no tengo tiempo de cambiar mi vida,
la maquina me ha vuelto una sombra borrosa.
Y aun que soy la misma tuerca que han negado tus ojos
se que aun tengo tiempo para atrancar en un puerto.
Camino automatico, en una alfombra de estatus,
masticando en mi mente, las verdades mas sabias.
Y como lobo salvaje, que ha perdido su camino,
he llenado mis bolsillos, con escombros del destino
Sabes muy bien, manejo implacable, mi nave cibernetica,
entre aquel laberinto, de los planetas muertos.
Y cual si fuera la espuma, de un anuncio de cerveza,
Una marca me ha vendido ya la forma de mi cabeza.
Ya que yo, no tengo tiempo de cambiar mi vida
La maquiena me ha vuelto una sombra borrosa
Y aunque soy la misma tuerca que ha negado tus ojos
se que aun tengo tiempo para trancar en un puerto.
31.7.07
No Tengo Tiempo
18.7.07
Los primeros
A Wendoline le llamaban Wendy. Era la primera mujer con ese nombre en el pueblo y eso la enorgullecía. Sus padres estuvieron buscando un auténtico nombre durante los nueve meses del embarazo para no llamarla “María” o “Guadalupe”. Desde que llegaron los pioneros al pueblo dedicaron su tiempo a construir no sólo casas e iglesias sino a una lucha descarnada por ser los primeros en todo y añadir trofeos a su causa particular.
Eran también los primeros en la región, pues este pueblo, dicen los grandes, fue el primero fundado a orilla del camino, el primero en cantidad de hombres cultos, la cuna del mundo vaquero y el primero en ver pasar el cometa Shutenberg.
Cada persona que llegaba de otro sitio decía ser el primero, pues no conocía el “antes” y anhelaba ofrecer su nombre a una placa conmemorativa en cualquier calle o plaza. Igual hubiera llegado otra Wendy y asumiría su primacía temporal. Algunos organizaban grupos culturales diciéndose los primeros, aunque el alcalde insistía que el primero fue su ateneo de borrachos reunidos cada sábado en el club. Otros pusieron el primer bar o la primera “escuela de calidad”. Otros decían haber introducido las artes marciales o el rock and roll.
Wendy siempre se preocupó por ser la alumna que más temprano llegaba a la escuela y la primera en clase. Siempre obtuvo primeros lugares en declamación y en geografía aunque otros alumnos eran primeros en ciencias exactas o en informática. Cuando se casó con su primer amor, fue la primera novia que bailó la víbora de la mar y su esposo tuvo por primera vez la ocurrencia de que le pegaran billetes durante el vals.
Una tarde de viernes la tragedia se acomodó en el pueblo. El primer circo había llegado y salieron todos a verlo. Wendy saludaba el paso de la comparsa, empujada por la muchedumbre curiosa. Al acercarse al carretón de los tigres, su vestido se atoró en un astillón de la rueda y esta lo fue enredando. En un jalón que nadie pudo detener fue arrastrada al suelo y la llanta pasó por su cuerpo como si nada. La gente gritó con pavor. No alcanzaron a darle auxilio. Wendy se había convertido en la primera muerta vial. Eso le dio fama en toda la región. En su tumba fue erigido un bello obelisco con guirnaldas que era visitado por propios y foráneos.
Cincuenta años después, cuando el cementerio estaba saturado, la tumba de Wendy fue la primera en ser destruida. El obelisco se vino abajo de un golpe oficial y el cuerpo de la mujer fue llevado a la fosa común. No había ya quién lo reclamara y era necesario sepultar al tío del primer edil.
Eran también los primeros en la región, pues este pueblo, dicen los grandes, fue el primero fundado a orilla del camino, el primero en cantidad de hombres cultos, la cuna del mundo vaquero y el primero en ver pasar el cometa Shutenberg.
Cada persona que llegaba de otro sitio decía ser el primero, pues no conocía el “antes” y anhelaba ofrecer su nombre a una placa conmemorativa en cualquier calle o plaza. Igual hubiera llegado otra Wendy y asumiría su primacía temporal. Algunos organizaban grupos culturales diciéndose los primeros, aunque el alcalde insistía que el primero fue su ateneo de borrachos reunidos cada sábado en el club. Otros pusieron el primer bar o la primera “escuela de calidad”. Otros decían haber introducido las artes marciales o el rock and roll.
Wendy siempre se preocupó por ser la alumna que más temprano llegaba a la escuela y la primera en clase. Siempre obtuvo primeros lugares en declamación y en geografía aunque otros alumnos eran primeros en ciencias exactas o en informática. Cuando se casó con su primer amor, fue la primera novia que bailó la víbora de la mar y su esposo tuvo por primera vez la ocurrencia de que le pegaran billetes durante el vals.
Una tarde de viernes la tragedia se acomodó en el pueblo. El primer circo había llegado y salieron todos a verlo. Wendy saludaba el paso de la comparsa, empujada por la muchedumbre curiosa. Al acercarse al carretón de los tigres, su vestido se atoró en un astillón de la rueda y esta lo fue enredando. En un jalón que nadie pudo detener fue arrastrada al suelo y la llanta pasó por su cuerpo como si nada. La gente gritó con pavor. No alcanzaron a darle auxilio. Wendy se había convertido en la primera muerta vial. Eso le dio fama en toda la región. En su tumba fue erigido un bello obelisco con guirnaldas que era visitado por propios y foráneos.
Cincuenta años después, cuando el cementerio estaba saturado, la tumba de Wendy fue la primera en ser destruida. El obelisco se vino abajo de un golpe oficial y el cuerpo de la mujer fue llevado a la fosa común. No había ya quién lo reclamara y era necesario sepultar al tío del primer edil.
8.7.07
Suscribirse a:
Entradas (Atom)