20.11.09

David "Negro" Guerrero


Todos tenemos algo que contar de David el “Negro” Guerrero. Un hombre de personalidad efervescente, lúdica y fraternal no podía sino eso: acumular amigos y sembrar historias por todos los rincones.
La madrugada del 29 de octubre nos arrancó el sueño. David había fallecido tras una serie de agravantes de salud. Esta noticia fue un pasmo para la radio jalisciense y levantó innumerables recuerdos a quienes nos atravesamos en su entusiasta camino. Por eso su funeral fue un hervidero al que asistieron personajes del medio cultural de Jalisco, funcionarios públicos, escritores, pintores, teatristas, músicos, promotores culturales y, por supuesto, radioaficionados.
Fue un tipo que respiraba por placer, un buen lector, promotor de las artes y defensor de la radio inteligente. Aunque se inició en el Instituto Mexicano de la Radio, fue Radio Universidad de Guadalajara la casa donde consolidó proyectos personales como Crónicas de aquí, El fonógrafo, El Tendedero o La cuenta de los guías. Para el 2002 ya había recibido el Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez y la presea Pluma de Plata 2002 del Festival Cultural de las Fiestas de Octubre. Colaboró también en El informador.
Para Lagos de Moreno, David Guerrero es el personaje que detona el desarrollo de la radio cultural local. En los cinco años que dirigió Radio Universidad, a invitación atinada de Roberto Castelán, logró generar un abanico de colaboradores y programas competitivos con cualquier digna estación cultural del país.
David entendía que el centro no debe “conquistar” los suburbios ni “aleccionar” territorios cuyas dinámicas culturales son distintas. Este entendimiento lo llevó a integrarse inmediatamente a la sociedad de Lagos de Moreno. Lo mismo se le escuchaba en la cabina de radio que se le veía en un evento protocolario, tomando una cerveza en la cantina u ovacionando desde la galería del teatro. Su casa y su familia (Frida, Raúl, Aldo y Angelina) fueron testigos de discusiones interminables sobre el quehacer de la cultura y de algunos partos, como el de nuestra Baluarte o el Congreso Nacional de Contracultura. La hora del jefe, su revista vespertina, reunía a la comunidad, al intelecto y a los quehaceres cotidianos de Lagos, con sus vicios y virtudes, sus méritos y sus dolencias. Alguien comentó hace días que si David Guerrero no hubiera abandonado Lagos otro sería el destino.
La muerte me agandalló un amigo y con el agandalle se fueron talento, proyectos y noches de radio, guarapeta, literatura y música, como aquella en la que por culpa mía se extravió Simba, su mascota, un labrador noble que se aquietaba tristemente tras la reja de la ventana cuando la casa estaba sola. Lo buscamos toda la madrugada por las calles de Lagos hasta que dijo el Negro “Mejor vamos por otras chelas”. Simba no volvió más.
Hace dos meses Bero y yo lo vimos por última vez, cuando asistimos a Los sueños del éter. Para David este era un programa que lo devolvía al micrófono después de un tiempo difícil en el pedestal burocrático. Hacía nuevamente lo que más disfrutaba: comandar la cabina y recrear el cuadrante. Nuestra bebé, aún en el vientre, alcanzó a recibir un par de mensajes irreverentes del Negro, con esa voz de timbre azucarado que sigue tendiendo recuerdos y que será sustancia indisoluble de nuestra generación.